Marcela López Bolaños dejó una oficina local del Ministerio de Salud, en Upala, Alajuela, para asumir la Secretaría Técnica de Salud Mental, a mediados de junio anterior. Ese puesto llevaba al menos dos años vacante, pero el vacío no podía continuar cuando empiezan a hacerse más visibles los impactos de la pandemia en la mente y las emociones de los costarricenses. La salud mental no puede seguir siendo la cenicienta de estos servicios.
Médica de base con un posgrado en Administración de Servicios de Salud, López concursó y ganó por una plaza vitalicia que hoy le pone en sus manos la responsabilidad de dirigir, desde la rectoría, las acciones para enfrentar lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha considerado la nueva pandemia: la de las enfermedades mentales.
Este es un resumen de la entrevista que dio a La Nación, este 25 de octubre.
– Usted asume las riendas en un momento estratégico, ¿cuáles son sus objetivos desde la Secretaría Técnica?
– Por supuesto es un tema muy importante para esta secretaría y para el país en general. Si bien es cierto, durante estos años atrás los trastornos mentales y otras enfermedades de notificación tuvieron una disminución en los reportes, principalmente por la orientación de los servicios a la pandemia, sabemos que luego de los momentos de crisis se van a presentar distintas alteraciones en la salud mental de las personas.
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“Venimos de un momento histórico que nos afectó a todos, a unos más que a otros. Este es un momento muy decisivo que se suma a una ola de violencia que venía de años anteriores, violencia en las escuelas, intrafamiliar, violencia contra las mujeres, suicidios... que son temas importantes de abordar y que ya venían en aumento”.
– ¿Cuáles son las líneas que ustedes visualizan para atacar varios frentes al mismo tiempo: los casos agudos y acciones en promoción y prevención?
– Hicimos la evaluación del tercer trienio de la Política Nacional de Salud Mental, que marcó un hecho histórico y de gran relavancia por lo novedoso. Su vigencia era del 2012 al 2021; se hizo una extensión al 2022 por la pandemia. Estamos enfocados en la formulación de la nueva política, que esperamos que salga para el 2024. Esto para que la política sea la gran sombrilla bajo la cual estén todas las líneas de trabajo.
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“Mientras tanto tenemos que ir avanzando en otras cosas. Hemos trabajado campañas de comunicación a nivel nacional. La primera sobre prevención del suicidio se lanzó en setiembre. Antes, hubo otra para la atención de desastres. Para octubre, trabajamos envejecimiento y salud mental. También estamos desarrollando proyectos en prevención en las distintas regiones. Para el próximo año, tenemos proyectos según las necesidades identificadas en cada región de rectoría en salud. También estamos evaluando el plan estratégico nacional para el abordaje del riesgo suicida y esperamos marcar una hoja de ruta para que sea insumo, lo mismo que el tema del bullying”.
– ¿Cómo está el ‘músculo’ de la Secretaría? ¿Cuánta fuerza tiene para asumir todo lo que viene en salud mental?
– Nosotros tenemos el apoyo de nuestras autoridades, que lo han hecho público. Esto es bastante importante. Hay nuevas compañeras que se han incorporado al equipo de trabajo.
– ¿Cuántos son? Está bien que las autoridades manifiesten el apoyo, pero ¿cómo lo hacen en la práctica?
– Somos una compañera de administración, otra secretaria, cuatro psicólogas, una enfermera de salud mental y yo. Antes eran cuatro para todo. La Secretaría cuenta con los enlaces locales y los regionales de Salud Mental. En cada área rectora hay un enlace, y son 89 áreas.
– ¿Ustedes utilizan todos los recursos posibles que ofrece la institucionalidad el país?
–Claro. Como ente rector nos encargamos de la articulación. No son acciones separadas. Contamos con la ayuda de otras instituciones. No estamos completamente solas. Tenemos todo un ministerio que nos acompaña y otras unidades que nos colaboran y trabajamos en conjunto.
– En la CCSS, muchos casos llegan directo a emergencias como evidencia de que el resto de niveles no funcionan para captar a tiempo. ¿Cómo están trabajando situaciones tan concretas como esta con instituciones?
– Tenemos a nuestros enlaces locales, ILAIS e IRAIS (Instancias Regionales y Locales), que están conformadas por las instituciones del sector salud. Hay un decreto para el abordaje integral del comportamiento suicida. En este momento, también evaluamos esas ILAIS y esas IRAIS revisando las opciones de mejora. La salud mental amerita un abordaje integral. Todas las instituciones tienen que estar comprometidas para ayudar e identificar a esas personas para derivarlas adonde corresponda.
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– ¿Se valora algún decreto de emergencia para facilitar la atención de los problemas de salud mental en aras de facilitar la provisión de recursos en la atención de esta nueva pandemia?
– Estamos en un proceso de evaluación y de búsqueda de posibles rutas y recursos.
– ¿Pero no se descarta alguna medida ejecutiva, como un decreto de emergencia?
– Que me lo hayan comunicado las autoridades, no podría decir esto. Sí se han buscado distintas rutas y necesitamos un poco más de información. Por eso, estamos en proceso del análisis de situación de salud mental para contar con todos estos datos que permitan tomar decisiones.
– ¿Necesitan más datos de los que ya han salido de la investigación de las universidades sobre el impacto de la pandemia en la salud mental?
– Requerimos hacer más análisis porque la salud mental tiene otras implicaciones. No es lo mismo la salud mental de una persona con trabajo a la de un desempleado, o la salud mental de quienes sufrieron con las emergencias de estos días. También tenemos que identificar los factores protectores que hacen que las personas puedan hacer frente a las situaciones diarias de adversidad.
“Cuando me refiero a datos, me refiero a los de notificación obligatoria. No le niego que sabemos que hay afectación de la salud mental, pero estamos trabajando en esto con distintas acciones para poder subsanar dificultades por las que atravesamos”.