Por la mente de Martín Lutero nunca pasó la idea de que 500 años después de que clavara la proclama de las 95 tesis de Wittenberg, en la puerta de la Iglesia Castillo de Federico, en Alemania, sería recordado en el salón más honorable del Congreso de un pequeño país al otro lado del mundo que él tampoco imaginaba.
Los honores los lideró el presidente de la Asamblea Legislativa de Costa Rica, el pastor evangélico y diputado de Renovación Costarricense, Gonzalo Ramírez, quien se veía nervioso a la hora de pronunciar el nombre de la ciudad alemana.
Frente a él estaban las máximas autoridades evangélicas de Costa Rica y Colombia, en una actividad que incluyó oración, canto de tenor acompañado de teclado, alabanzas y la invitación a hacer donaciones a los fieles.
"Reconozco su autoridad por tanto tiempo abriendo brecha y camino en esta selva llamada religión, en este país, muchos de ustedes, vaqueanos en esta selva llamada religión, a quienes hoy, desde el primer poder de la República y como presidente de la Asamblea Legislativa, quiero honrar y felicitar por el trabajo que han hecho hasta el día de hoy", dijo Ramírez.
Así, entre proclamas religiosas y el análisis político ante la mirada pintada de los expresidentes de la República, la Alianza Evangélica Cristiana de Costa Rica y representantes de su par en Colombia, celebraron los 500 años de la reforma protestante, que dio paso a los cultos evangélicos que han logrado poner a dos pastores y un salmista en las curules del Congreso costarricense.
La actividad, que según la administración del Congreso no incluyó altos costos de operación, en vista de que se dispuso del personal normal para cubrir las necesidades de los diputados, se realizó en un grupo cerrado de diputados cristianos y sus afines, pues a pesar de estar invitadas todas las bancadas y personeros del Poder Ejecutivo, solo acudieron los diputados de bancadas evangélicas confesionales y Mario Redondo, de Alianza Demócrata Cristiana.
El diputado de Restauración Nacional, Fabricio Álvarado, quien organizó el encuentro, diría horas después a La Nación, que la actividad religiosa tiene tanta validez como otras tantas de diferentes grupos sociales que llegan al Congreso.
"Yo solicité el salón, a petición de la Alianza Evangélica. Es una práctica común de todos los diputados, en atención a las necesidades de los diferentes grupos de la sociedad civil. La participación de los conferencistas y la actividad cultural, la financió la Alianza Evangélica", agregó el diputado y periodista, que además, es salmista evangélico.
Alvarado, en su intervención, llamó a los evangélicos y cristianos congregados, así como a los "padres espirituales" a ir a la "Asamblea Legislativa, Casa Presidencial ¿por qué no?, diferentes ministerios desde donde se toman decisiones importantes, empresa privada, medios de comunicación y transformar a una nación que necesita una reforma", dijo.
La reunión consumió prácticamente toda la mañana de este jueves, donde, a salón lleno, tres diputados lograron congregar a altos representantes de la comunidad evangélica costarricense.
A criterio de Redondo, "la Asamblea Legislativa es el lugar donde confluye la representación popular, ¿por qué negar la oportunidad a un foro de análisis de tanto interés para un gran sector de la población, en dónde no hay ninguna afectación al orden público?
El plato fuerte de la actividad, fue la charla que sobre el tema de la reforma protestante dictó el pastor Alberto Mottesi.
Eduardo Gómez, vicepresidente del equivalente a la Alianza Evagélica Costarricense, pero en Colombia, introdujo al pastor Mottessi, quien según Gómez ha llevado "una labor evangelizadora, que le ha permitido hablar a cerca de 30 millones de personas en vivo, de los cuales 3 millones de ellas han hecho la profesión de Jesucristo como su salvador".
"Ha sido catalogado por la prensa como el pastor de los presidentes", dijo Gómez.
Sobre este punto, Ramírez dijo que el conferencista "es reconocido por llevar una visión de reforma social a más de 20 millones de personas, incluyendo presidentes, gobernantes y políticos en todos los países de habla hispana".
Al final, la actividad terminó con una profunda oración, un llamado a saludarse los unos a los otros, pasar por un bocadillo a la rotonda de la Libertad (una sección dentro del Congreso) y de paso, si alguien quería hacer una donación podía "contactar a la tesorera que está al fondo del salón".