A partir del próximo 25 de julio, cuando el templo de San Blas de Nicoya vuelva a estar al servicio de la comunidad, procure mirar con atención al suelo, podría llevarse una gran sorpresa.
Por medio de una serie de espacios abiertos conocidos como “ventanas arqueológicas”, los lugareños y visitantes tendrán la posibilidad de conectarse de una nueva forma con los cuatro siglos de historia que resguarda este emblemático edificio de la provincia de Guanacaste.
Las aberturas se ubicarán en el piso, a un costado del altar, dejando expuestos los cimientos de 1644 (siglo XVII), la huella del incendio de finales del siglo XVIII, la construcción actual de mediados del siglo XIX, la restauración realizada entre 1990 y 1994 (siglo XX) y, los últimos trabajos hechos entre 2015 y 2019 (siglo XXI), a causa de los daños causados por el terremoto de Sámara en el 2012.
Así lo dieron a conocer las autoridades del Ministerio de Cultura y Juventud (MCJ) por medio de un comunicado de prensa.
“La idea es poder conservarlo y exponerlo (legado arqueológico) para que las presentes y futuras generaciones conozcan parte de la historia de la construcción de este templo y puedan valorar lo que actualmente tenemos como patrimonio cultural”, expresó Dayana Morales, arqueóloga del Centro de Patrimonio Cultural.
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Estas “ventanas arqueológicas” fueron incluidas como parte de los trabajos de restauración y reforzamiento que se realizan en la estructura. La tercera y última etapa de las obras lleva un avance del 70% y se tiene previsto hacer la entrega a la comunidad durante las celebraciones del día de la incorporación del Partido de Nicoya a Costa Rica.
“La puesta en valor del patrimonio cultural es un camino para conectarnos con nuestra historia, antepasados, identidades y valores. Por eso los elementos educativos como las ventanas arqueológicas son necesarios: nos permiten informarnos y entender cómo nos construimos y evolucionamos como sociedad y comunidades”, expresó Sylvie Durán, ministra de Cultura y Juventud (MCJ).
Testigos y restos humanos
Otro elemento interesante será la presencia en ambas sacristías de un “testigo en reserva”, o sea, una demarcación justo en el lugar donde se encontraron vestigios de los muros del anterior templo.
“No obstante estos no estarán en exhibición sino que serán protegidos con arena y un geotextil (tela permeable y flexible de fibras sintéticas), para luego ser cubiertos con los ladrillos del piso. De este modo se conservará su integridad para futuras investigaciones”, indicó Morales.
Otros dos “testigos” sí quedarán expuestos al público y dejarán ver la técnica constructiva original de calicanto (arena, cal y cantos de piedra) de las paredes, junto con la malla de fibra de carbono utilizada en el reforzamiento estructural.
Las autoridades también informaron que durante los trabajos de prospección arqueológica, se efectuó el levantamiento de “algunos restos humanos y otros objetos utilitarios encontrados en el subsuelo y que fueron descubiertos al realizar el reforzamiento estructural”.
Según la información oficial, los restos hallados fueron “removidos cuidadosamente por los arqueólogos a cargo, algunos fueron recolocados en otro espacio del suelo del templo y otros fueron embalados y entregados al Museo Nacional de Costa Rica (...)".
Cuatro siglos de historia
El actual templo de Nicoya es una estructura centenaria de paredes hechas a base de calicanto y con un techo cubierto de tejas. Fue construido en 1827, por lo que su estilo guarda características de la época colonial.
No obstante, se tiene información que desde 1560 existió en el mismo lugar una primera edificación de paredes de madera y techo de paja. Además, anterior al templo actual, hubo otro levantado en 1644 con paredes de piedra y techo entejado, el cual fue afectado por varios incendios y finalmente sucumbió en el terremoto de Nicoya de abril de 1826.
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Según se indica en el expediente de la intervención realizada en el 2015 “[...] el templo anterior a la actual construcción fue, posiblemente, levantado en un periodo que comprende los años de 1640 a 1790″.
"Este dato se debe a que fue en ese momento que a la iglesia se le puso techo de teja y paredes de piedra. Luego del terremoto de 1826, el inmueble fue derribado en su totalidad y la construcción del nuevo edificio se dio entre 1827 y 1834. Quizá con algunas variaciones, es este mismo el que hoy se observa en la actualidad en el centro de Nicoya”, agrega.