Una restauración permitirá al antiguo edificio de la Librería Lehmann, ubicado sobre avenida central, lucir tal y como lo hizo en 1914, cuando el inmueble fue construido por el arquitecto Gerardo Rovira.
Así lo dio a conocer este miércoles el Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural (Cicpc), por medio de un comunicado de prensa.
“Si bien el cambio en el tipo de actividad comercial en el edificio de la antigua Librería Lehmann es una pena, ha dado paso a esta restauración, a que recuperemos este emblemático patrimonio josefino y lo podamos apreciar de forma muy similar a como fue construido hace un siglo”, mencionó Diego Meléndez, director del CICPC.
El pasado 30 de setiembre, la histórica librería familiar dejó de ocupar el edificio, que desde 1951 es propiedad del Hogar de Ancianos Carlos María Ulloa.
La decisión de finalizar esta larga relación entre arrendador y arrendatario, estuvo precedida por una amarga disputa entre las diferentes gerencias de la empresa y las juntas directivas del centro, por el pago de alquileres y otros rubros.
Ante este nuevo escenario que enfrenta la edificación, se habría decidido realizar estas restauraciones, con el fin de “poner en valor el edificio y que este pueda ser utilizado para fines comerciales”.
Esto significa que el inmueble debe cumplir con ciertas características, que están actualmente ausentes: un acceso para personas con discapacidad, espacio para una ruta de evacuación, servicios sanitarios para los clientes, nueva instalación de tuberías y, muy importante, un sistema eléctrico que cumpla con el código vigente.
Pasado dará nueva vida
Los trabajos pretenden dotar al edificio de su apariencia con el estilo neoclásico, para lo cual se usarán como referencia fotografías antiguas. Esto también conlleva la eliminación de adaptaciones que no pertenecen al diseño original.
“Anterior a la declaratoria como Patrimonio Histórico-Arquitectónico en el 2016, se le adosó una estructura a todo su frente con el objetivo de crear mayor espacio de exhibición. Próximamente, las pilastras (columnas decorativas adosadas a la pared) que fueron cortadas por esta modificación, volverán a prolongarse hasta el suelo y los ventanales desde donde se seduce al transeúnte, recuperarán su forma original.”, indica la información del Cicpc.
La estructura también se pintará por completo, los vidrios de la planta baja serán sustituidos por vidrio temperado de una sola pieza y se instalarán toldos sobre cada ventana para simular los que tuvo hace un siglo.
Los materiales propuestos para la intervención, de acuerdo con el permiso otorgado por el Centro de Patrimonio Cultural, “son compatibles con los existentes en el edificio, por lo tanto, no se considera que suceda una alteración a su tejido histórico”.
En cuanto la parte interna de la edificación, está previsto que se pinten los techos y columnas, el resanamiento de las paredes de ladrillo y ferrocemento (técnica constructiva utilizada a principios del siglo XX que incluye cemento, arena, malla de alambre y agua) y el levantamiento de una pared trasera para dividir el espacio entre el inmueble patrimonial y el edificio colindante.
Se conservarán los mosaicos y se colocará un piso flotado, especie de tarima que no está pegada ni clavada a la base.
“Los pisos flotantes que se pretende colocar como nuevos, son elementos reversibles y en una eventualidad permitirá que la edificación retome su apariencia original sin causarle daño alguno al tejido histórico”, señaló Verónica Solórzano, arquitecta del Centro de Patrimonio Cultural.