Ocultas en el barullo de edificios, yacen tesoros de arquitectura escondidos excepto para el peatón que va sin prisa y descansa en ellos la mirada. Jardines con verjas centenarias, gradas empedradas o balcones estilizados invisibles para el caminante distraído.
No engrosan los tratados de la arquitectura costarricense, pero su discreto encanto recuerda estilos arquitectónicos de gran dignidad aún erguidos, pese al embiste del olvido y la destrucción que transforma la ciudad.
Por su aporte a la herencia y la memoria histórica, vestigios de la Costa Rica de antes revivirán gracias al Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos) y la Editorial de la Universidad de Costa Rica en la edición 2021 de su calendario anual.
Icomos es un organismo internacional creado en 1964 en Venecia, hoy adscrito a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
En Costa Rica, el comité local del Icomos surgió en 1983 como una asociación cultural sin fines de lucro que vela por la preservación del patrimonio histórico-arquitectónico, cultural y natural de Costa Rica.
El almanaque titulado Joyas Escondidas de la Arquitectura Costarricense conllevó la exploración íntima de pueblos y ciudades del país, a cargo del investigador Guillermo Barzuna, quien junto con David Boza Méndez, coeditó el anuario.
“Esta fue una labor de caminantes. Usualmente, no vemos estos sitios, pues vamos a una dirección concreta, pero eso nos impide descubrir espacios llenos de vida social e historia, casi siempre, ahí, en calles poco transitadas”, explicó Barzuna.
El documento incluye casas victorianas, art déco y otros estilos que, en su mayoría, dijo Barzuna, se hallan muy bien conservadas.
Con excepción de la Antigua Fábrica Nacional de Licores, hoy Ministerio de Cultura, los demás lugares no son patrimonio nacional, pero sí constituyen inmuebles de valor.
“Por ahí va el sentido del calendario: valorar este tipo de edificaciones para que, ojalá, no las boten como se ha botado casi todo en este país”, aseveró.
Según Barzuna, el calendario invita a recorrer, admirar y valorar una herencia de jardines especiales, corredores y vestíbulos de casas y edificios a los cuales rara vez se les ha prestado atención en la cartografía de casas patrimoniales o de interés cultural.
Es así como los doce meses del 2021 emergen en este anuario debajo de fotografías de antiguas casas de hacienda y de habitación, ermitas, pequeños parques o zonas verdes, estatuas, tapias y corredores solariegos, algunos con casi un siglo de existencia.
Las joyas
Para esta edición, la organización Foto Club en Costa Rica aportó todas las imágenes que procuran arrebatarle al olvido parte de un pasado que aún permanece en forma silenciosa.
Casas de madera de una clara influencia victoriana: en la provincia de Limón hay una de ellas; está en el centro de la ciudad y construida a fines del siglo XIX con maderas traídas de Inglaterra. Es una de las primeras construcciones de dos pisos en el puerto caribeño.
En el centro de San José, se localiza en la parte trasera del actual Ministerio de Cultura una esquina que usualmente pasa desapercibida, explicó Barzuna. Ahí vivió el antiguo administrador de la Fábrica Nacional de Licores.
Siempre en San José, hay un jardín interno o pequeño parque localizado dentro del Hospital San Juan de Dios, dentro de cual se localiza una casa de estilo mudéjar, que perteneció a Maximilian Bansen, uno de los primeros directores de lo que se conocía como Asilo Chapuí.
En la avenida primera en San José, dentro una zona de hoteles y entre casinos, está enclavada una casa de habitación de aire neocolonial con jardín externo incluido.
En la tradicional edificación del templo de Orosi en Cartago, los caminantes pueden acercarse a la parte trasera y admirarse con los amplios corredores del viejo convento franciscano y sus particulares jardines, cuya existencia data de la segunda mitad del siglo XVIII.
Otra particular arquitectura se alza en una casa de estilo hacienda en Colima de Tibás.
También aparecen en las páginas del calendario la Hacienda La Cañada en Potrero Grande de Cartago, camino al volcán Irazú, la cual fue construida entre 1900 y 1904; así como la casona también de la hacienda La Pacífica (Cañas, Guanacaste) construida en 1889 por Pacífica Fernández Guardia; esposa del expresidente Bernardo Soto.
De vuelta a la capital, en una estrecha calle de 100 metros de extensión y aledaña al edificio del Instituto Nacional de Seguros en barrio Amón, se halla la casa conocida como de los azulejos y del Quijote donde vivió el escritor Mario González Feo.
Es una construcción de ladrillo rojo expuesto y de madera, en las cuales el artista Guido Sáenz pintó y reprodujo en sus muros los grabados de Gustavo Doré, que aparecen en una de las ediciones clásicas de la novela de Miguel de Cervantes Saavedra.
Por otra parte, hay un grupo de templos católicos que se levantaron a finales del siglo XIX e inicios del XX; la mayoría iglesias construidas en colaboración de los parroquianos que pusieron su trabajo, su dinero y materiales como madera y barro que la tierra local ofrecía.
Esa ruta de ermitas a lo largo de todo el país, dignas de una visita, incluyen una en Río Seco, otra en la isla de San Lucas y otra más en El Carmen de Santo Domingo de Heredia.
También una capilla que se alza en las instalaciones del asilo Carlos María Ulloa en la vía hacia Guadalupe y el templo, muy particular, de La Pastora, en Santa Cruz de Turrialba, que dada la presencia usual de una intensa bruma que aparece y desaparece por completo en una suerte magia y poesía para los ojos de los transeúntes.
El almanaque se puede adquirir en línea a un precio de ¢7.000 en la librería de la Universidad de Costa Rica (UCR) en el sitio https://libreriaucr.fundacionucr.ac.cr/. También está disponible en la sede de Icomos, localizada costado sur de la iglesia la Soledad.
Para informes allí llamar a los números Tel: (506) 2258-0552 o al WhatsApp (506) 8894-2918.