San Carlos. Pasada la 1 a. m. del jueves 3 de agosto, Carlos Chacón despertó sobresaltado al oír que alguien tocaba la puerta de su casa, en Boca Arenal de Cutris, San Carlos.
Se levantó preocupado. Al abrir se encontró con un hombre adulto que le ofrecía limones ácidos ya que, según sus palabras, recién había llegado de Nicaragua, no tenía dinero y sus niños estaban con hambre.
Según Chacón, el visitante se vería realmente angustiado.
“Me explicó que se vino para salvar su vida y la de su familia, que el gobierno de Ortega le cobraba haber participado en las manifestaciones de junio. Sinceramente, su relato me conmovió y le di una ayuda. Pero casos como esos se dan a cualquier hora del día”, dijo Chacón.
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Según el vecino de Cutris, por las noches es más notable la presencia de los nicaragüenses que huyen de la crisis social y política que se inició desde abril en la vecina nación y que ha ocasionado más de 300 muertos.
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En el mismo distrito, pero en barrio Isla Calero, hay una casa donde están hacinados hasta 20 migrantes de distintas familias. De ahí, algunos salen durante el día para pedir comida.
“Duele ver esos cuadros, conmueven”, expresó el dirigente comunal.
Flor Ávila, dueña de una soda en Boca Arenal, dice que entiende el drama de los llamados “paisitas”, pero que no se puede esconder que esta situación despierta temores de que surgan problemas de seguridad.
En Pital, 35 km al este de Ciudad Quesada, la situación es similar, manifestó la regidora Gina Vargas y los temores también.
Pide acciones
El temor del alcalde de San Carlos, Alfredo Córdoba, es otro. Él cree que si el éxodo continúa, será inevitable el colapso de los servicios públicos en el cantón.
Se quejó de la ausencia de controles en los poblados fronterizos, tema sobre el cual recibe frecuentes informes.
"Migración no se nota para que verifique qué tipo de migrantes son los que están llegando”, agregó.
De hecho, insistió el alcalde, no se manejan datos de las personas que entran diariamente por la zona norte, que está convertida en una “amplísima puerta abierta”.
“Lo único cierto es que son muchos”, señaló el alcalde.
García aseguró que están dispuestos a ayudar en la búsqueda de soluciones, pero requieren participación del Gobierno.
Ya la iglesia local y el Hospital San Carlos comenzaron a tomar medidas. El jueves, la diócesis de Ciudad Quesada informó de la apertura de dos centros de atención en las parroquias de San Antonio de Padua, en Pital, y San Rafael Arcángel, en Pavón de Los Chiles, donde se les ofrece comida, ropa y orientación a los nicaragüenses; el servicio se brinda de lunes a viernes de 10 a. m. a 1 p. m.
Por su parte, autoridades del centro médico anunciaron desde inicios de mes que se habían reforzado con más personal y más camas, ante el aumento en la demanda de servicios por la llegada de migrantes.
“Desde que se detectó la entrada a Costa Rica de los nuevos desplazados por el conflicto político militar en la vecina Nicaragua, el área de Emergencias se satura al punto que colapsa hasta cuatro días a la semana”, dijo en aquel momento Édgar Carrillo, director del Hospital.
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El próximo martes en Boca Arenal los vecinos se reunirán con el Concejo Municipal y con representantes de instituciones públicas, para ver formas para enfrentar el drama.
La preocupación también se extiende al sector productivo que teme que el aumento en el flujo de indocumentados tengan respercusiones en la salud y la seguridad.
“Me inquieta que se pueda estar fabricando una bomba social y que la misma estalle en perjuicio de la población local”, advirtió el jerarca municipal.
La Dirección de Migración y Extranjería había recibido, hasta finales de julio, 17.000 solicitudes de refugio de nicaragüenses.
Por la mitad del salario
A varias empresas que producen piña para la exportación han estado llegando en las semanas recientes muchos de los nuevos migrantes nicaragüenses a ofrecer sus servicios como peones.
Tienen tal urgencia de devengar salario, que no pocos han llegado al extremo de pedir que los contraten por la mitad del salario mínimo de ley que rige para esa actividad agrícola.
Los ofrecimientos ocurren en Pital, Cutris y la parte norte del cantón de Los Chiles.
“ Lo delicado es que eso ya empieza a generar disgusto en nicaragüenses que tienen meses de laborar en las piñeras y que sienten que los patronos podrían despedirlos para contratar a los recién llegados y de esa forma bajar costos”, comentó Fredy Artavia, vecino de Pital.
San Carlos y Los Chiles son los cantones del país que más piña producen y que más demandan mano de obra. El área de siembra es superior a las 5.000 hectáreas.
Empero, Tatiana Morera, gerenta general de la empresa Agromonte, ubicada en Muelle de San Carlos, reveló que en la actualidad no están contratando peones y ni siquiera están recibiendo solicitudes de empleo.
Ella reconoció que el flujo de trabajadores venidos de la vecina nación del norte creció a partir de junio y que tiene entendido que las piñeras de Los Chiles son asediadas por los migrantes.
Una situación parecida se da en las fincas que producen naranja, así como en fincas donde se siembran granos básicos, raíces y tubérculos.
El agro es el sector que más da trabajo a los nicaragüenses ya sea que estén con sus documentos migratorios en regla o indocumentados. Esa gente procede mayoritariamente de los departamentos de Río San Juan, Chontales, región del Atlántico Sur, León y Matagalpa.