A sus 13 años, Nicolás Otero vivió la que quizá sea hasta ahora la experiencia más dura de su vida.
Sucedió en el 2018, cuando contrajo una bacteria y tuvo que ser internado de emergencia en el Hospital San Juan de Dios. Pasó ahí seis meses, en los cuales luchó por su vida.
Sin duda la gravedad de su mal le preocupaba, pero, además, a Nicolás lo desvelaba perder el curso. Estaba en sétimo año en un colegio privado de Santa Ana.
Mientras lo trataban para la cura, también llegó la solución para su otro problema. Justamente en el 2017, el Ministerio de Educación Pública (MEP) echó a andar un plan piloto para que estudiantes como él, con problemas de salud que ameritaban internamientos prolongados, pudieran continuar con los estudios desde la cama de hospital.
Ese plan piloto ahora llegó para quedarse en el Hospital San Juan de Dios, con la apertura de la llamada “escuelita”.
Se le llamó así desde 1955, cuando en el centro médico comenzó a funcionar una escuela para niños internados, pero, al inaugurarse el Hospital Nacional de Niños (HNN), en 1964, los servicios educativos fueron trasladados.
De esta forma, la “escuelita” volvió al San Juan de Dios, donde este miércoles fue inaugurado oficialmente el Servicio Pedagógico Educativo para Adolescentes, con participación de autoridades del Ministerio de Educación Pública (MEP) y de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).
La cantidad de alumnos será variable. En este momento, por ejemplo, hay 25 muchachos internados en diferentes servicios del San Juan.
El MEP nombró cinco docentes que asumirán la atención de estudiantes hospitalizados, mientras que la CCSS habilitó los espacios necesarios para la enseñanza y las labores administrativas.
Los profesores impartirán lecciones en todos los niveles en las materias de Español, Matemáticas, Estudios Sociales e Inglés.
“Estaba muy desanimado por la enfermedad, pero me animé al darme cuenta de que no iba a perder el año. Me ayudaron muchísimo y pienso que el MEP es genial y está avanzando mucho. Estoy muy feliz por eso", expresó Nicolás Otero, quien ya superó la enfermedad y ahora cursa octavo año.
Los requisitos para optar por este servicio: ser adolescente, recibir atención en el Hospital San Juan de Dios, tener una condición de salud que le impida ir a centros educativos regulares, y tener periodos de larga estancia hospitalaria convalecientes y recurrentes al tratamiento médico.
También se atienden adolescentes que tienen un periodo largo de convalecencia en la casa.
Giselle Cruz, viceministra académica del MEP, dijo que el servicio de pedagogía hospitalaria se convierte en una motivación en el proceso de recuperación de los estudiantes.
“Hemos visto que a los pacientes se les levanta el ánimo al tener contacto con docentes, otros estudiantes y procesos de aprendizaje”, dijo.
El presidente ejecutivo de la CCSS, Román Macaya, indicó que se ha demostrado que la unión de voluntades y recursos son factores esenciales para que la atención a los ciudadanos sea integral y con un elevado concepto de humanización.
“Un problema de salud nunca debe ser una limitante para que los jóvenes se mantengan en el sistema educativo y sigan creciendo académica e intelectualmente. Este es un programa que ha dado excelentes resultados en el Hospital Nacional de Niños y hoy nos llena de esperanza y satisfacción que podamos iniciar una experiencia similar en el Hospital San Juan de Dios”, manifestó el jerarca.
¿Cómo funciona la educación en el hospital?
Magaly Segura, docente de educación especial del Hospital San Juan de Dios, explicó que ella recorre los pasillos hospitalarios para buscar a los estudiantes e informarse del centro educativo de procedencia. Con el colegio, gestiona los apoyos para que los alumnos puedan continuar con los estudios.
La profesora va al centro educativo, se informa de cuáles contenidos están viendo, recoge los materiales y va y se los explica al estudiante en el hospital.
“Ellos lo único que quieren es continuar estudiando, siempre están preocupados por qué va a pasar con el estudio. Es un incentivo para ellos estudiar”, relató Segura.
Laura Urbina, una joven de 23 años, fue una de las que se vieron beneficiadas con el plan piloto. Ella, desde que nació, está en el hospital por un padecimiento en el páncreas.
Continuó sus estudios en el Hospital de Niños; allí llegó hasta octavo año.
Dejó de estudiar un tiempo porque en el San Juan de Dios no daban las clases, hasta el 2017 que comenzó el plan piloto. Fue así como ella logró continuar estudiando en el hospital, ya que con frecuencia tiene internamientos por hasta tres meses debido a su padecimiento.
“Tenía que internarme cada dos o tres meses y se complicaba mucho la materia cuando llegaba al colegio. Las notas iban al limite porque era muy difícil entender la materia. A partir de que empezó el programa del MEP, la escuelita del hospital medió con el colegio. Le explicaron mi enfermedad y los internamientos prolongados recurrentes. Los docentes de aquí me recogían la materia y me la hacían llegar al salón donde estaba internada y me la explicaban. El año pasado logré sacar el bachillerato”, contó Urbina.