San Salvador. Los salvadoreños votaron este domingo para renovar el Congreso, las alcaldías y los diputados al Parlamento Centroamericano.
Los resultados de la votación serán decisivos para el mandatario, quien aspira a afianzar su poder mediante una mayoría legislativa con sus partidos aliados, Nuevas Ideas (NI), que ayudó a formar, y Gran Alianza Nacional (Gana), el cual le postuló a la presidencia.
Los 1.595 centros de votación cerraron a las 5 p. m., luego de una jornada de diez horas.
Al cierre de este información, el conteo de votos se encontraba en progreso. Los resultados preliminares podrían conocerse en la medianoche del domingo, aunque las cifras oficiales podrían demorar hasta 15 días.
Las mesas debían abrir a las 7 a. m., aunque muchos lo hicieron con un retraso de hasta 45 minutos. Esto provocó que Bukele lanzara un airado reclamo sobre un posible fraude contra al Tribunal Supremo Electoral (TSE).
“Decían que era mentira, que era imposible que el (TSE) hiciera fraude, si eran los garantes de la institucionalidad, del estado de derecho. Se los dijimos 1,000 veces, que por corrupción o incompetencia, todo lo harían mal”, publicó el mandatario en Twitter.
Horas más tarde, en conferencia de prensa antes de emitir su voto, Bukele insistió en el tema, pero evitó hablar de “fraude”. En cambio, aludió a “irregularidades generalizadas, no intencionales y también intencionales”.
Otto Madrid, observador electoral del independiente Centro de Intercambio y Solidaridad (CIS), dijo que la votación en el Instituto Nacional Albert Camus, de la Colonia Centroamérica de la capital, abrió con un atraso de 30 minutos pero que no vio nada que sugiera fraude.
“Ha sido una votación tranquila. Me llama la atención que han llegado tantos adultos mayores, incluso en sillas de rueda”, comentó a la AFP Madrid, un salvadoreño que radica hace 25 años en Estados Unidos.
La jornada la vigilaron unos 40.000 efectivos de seguridad, entre policías, militares y observadores internacionales.
Desde minutos antes de la apertura de mesas se observaron filas de votantes con mascarillas, en medio de la pandemia de covid-19.
“He votado porque es un deber y para que en el país haya democracia y paz”, declaró a la AFP, Mario Zárate, un doctor de 80 años, quien fue de los primeros en sufragar en el Instituto Francisco Menendez, en el este de San Salvador.
En la ciudad de Suchitoto, 44 km al noreste de San Salvador, Claritza Cubias, de 28 años, aseguró haber votado para “que el país cambie” y tenga funcionarios que “trabajen por el pueblo”.
La Policía y personal acreditado por el Tribunal Electoral controlaron el acceso a los centros de votación y verificaron que todos reciban alcohol en gel en sus manos antes de sufragar.
Consolidación en el poder
De 10 partidos contendientes de izquierda a derecha del espectro político, los salvadoreños votaron para elegir los 84 diputados a la Asamblea Legislativa, autoridades de 262 alcaldías y 20 diputados al Parlamento Centroamericano, una instancia de la integración regional.
De los resultados de la votación dependerá el que Bukele logre alcanzar una mayoría legislativa con Nuevas Ideas (NI) y Gran Alianza Nacional (Gana).
Con control del Legislativo, Bukele podría incidir en los nombramientos en la Corte Suprema de Justicia, la Contraloría y la Fiscalía, con las cuales ha tenido disputas, así como promover reformas constitucionales de su interés.
Las encuestas presagiaron el fin del control que desde 2018 mantienen en el Congreso la derechista Alianza Republicana Nacionalista (Arena) y el exguerrillero Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN, izquierda).
Esos partidos dominaron la política de El Salvador desde los acuerdos de paz de 1992, que pusieron fin a 12 años de guerra civil, hasta que Bukele llegó al poder en 2019 como una alternativa al bipartidismo.
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El analista y profesor de ciencias políticas Juan Ramón Medrano consideró que se pusieron en juego los dos extremos: que el presidente controle el legislativo con una mayoría de NI y Gana; o que Arena y el FMLN mantengan la mayoría de escaños.
“Para la democracia nunca es bueno que el poder esté concentrado en un solo partido y en manos del presidente, porque los pesos y contrapesos son los que permiten que no haya abusos de poder”, advirtió Medrano a la AFP.
Días antes de la contienda, la Conferencia Episcopal de El Salvador denunció la violencia "exacerbada" que imperó en la campaña, y que cobró la vida de dos militantes del FMLN, e instó a los salvadoreños a acudir a las urnas pensando en el futuro.
Estos hechos ocurrieron días después de que Bukele criticara los acuerdos de paz y cuestionara el trabajo de los firmantes en favor de las víctimas.
"Votemos siguiendo la voz de la conciencia rectamente formada y pensando en el futuro", pidieron los obispos católicos.
La influyente Universidad Jesuita José Simeón Cañas (UCA) advirtió en un editorial que las elecciones se celebran "en un ambiente de tensión y confrontación que podría desembocar en violencia y poner en duda los resultados".
"Todo augura que este proceso no será fácil: a un contexto político enrarecido y a una institucionalidad debilitada por el permanente y abierto desafío del Ejecutivo a las leyes se suman unas elecciones en sí mismas complejas", advirtió la UCA.
Bukele ignoró la prohibición de emitir mensajes políticos tres días antes de la votación, y divulgó en la televisión anuncios en los que llamó a votar por sus aliados y critica a sus adversarios.
La UCA y dirigentes alertaron también del uso político de la Policía Nacional Civil y el Ejército para incidir en la votación y favorecer a aliados del gobierno.
“Eso es peligroso y por eso queremos pedirle a la OEA, a la comunidad internacional, que vigile este proceso, que nos ayuden a que ese tipo de actos no se vaya a dar”, urgió el saliente presidente del Congreso, Mario Ponce, de Arena.