La Paz. Con el nombramiento de un embajador en Estados Unidos, el primero en una década, y el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Israel, Bolivia dio un viraje drástico en su política exterior, tras casi 14 años de vigencia del “socialismo del siglo XXI” que favoreció intereses chinos y rusos.
La decisión del gobierno provisional de derecha, reconocido por el mandatario estadounidense, Donald Trump, implica un inesperado corte de caja en la relación entre La Paz y Washington, gravemente dañada durante el gobierno de Evo Morales (2006-2019), un antiguo sindicalista cocalero.
“Las relaciones se rompieron por una cuestión ideológica, no tenemos nada (más) pendiente que resolver con Estados Unidos”, señaló el constitucionalista José Luis Santiesteban.
“No tener relaciones con Estados Unidos, con seguridad, nos ha cerrado algunas puertas en diferentes escenarios”, dijo el analista político Carlos Börth, quien resaltó la pérdida de mercados para las exportaciones de textiles bolivianos.
En otro cambio de rumbo, el gobierno de la presidenta interina Jeanine Áñez anunció este jueves que reanudará los nexis diplomáticos con Israel, rotos en el 2009 por iniciativa de Morales.
“Vamos a restaurar las relaciones con Israel”, anunció la jefa de la diplomacia, Karen Longaric, sin precisar fechas ni ampliar detalles, en un encuentro con la prensa extranjera en La Paz.
Los vínculos se retomarán “en el marco de respeto a la soberanía del Estado, de cordialidad y siempre pensando en que de esa relación pueden surgir cuestiones positivas para ambos y beneficios para el turismo boliviano”, agregó.
Desde que asumió el poder hace dos semanas, Áñez, rápidamente buscó diferenciarse de la política exterior de su antecesor: se distanció de Cuba y Venezuela, aliados políticos de Morales, al expulsar a 725 médicos cubanos y reconocer a Juan Guaidó como presidente encargado de Venezuela tras romper relaciones con Nicolás Maduro.
Pero la naturaleza provisional del gobierno de Áñez, quien debe entregar las riendas del país a un nuevo presidente surgido de elecciones que deben celebrarse en los próximos meses, levanta dudas sobre cuánto durará el acercamiento con Estados Unidos.
Canciller boliviana, @KarenLongaric aclaró que el expresidente @evoespueblo no rompió relaciones diplomáticas con EE.UU, al expulsar al embajador de ese país solo se designaba a un encargado de negocios y en este caso se nombró a un Embajador Oscar Serrate.
— RTP Bolivia (@rtp_bolivia) November 28, 2019
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Aunque Morales no se puede presentar nuevamente, su partido Movimiento al Socialismo (MAS), mayoritario en el Congreso, está plenamente habilitado para los nuevos comicios.
Para Börth, “el problema” radica en que el nuevo embajador, Wálter Óscar Serrate, “puede asumir funciones y de aquí a seis meses ser cambiado” por el gobierno que resulte elegido.
Comercio con Estados Unidos
Las frías relaciones con Washington no parecieron afectar el comercio bilateral.
Según el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE, privado), las exportaciones bolivianas a Estados Unidos se situaron en el 2018 en $504 millones. Paradójicamente, una cifra superior a los $332,4 millones del 2004, cuando estaban en plena vigencia de los beneficios arancelarios que otorga Estados Unidos a sus socios andinos.
La crisis diplomática estalló en el 2008 cuando Morales expulsó al entonces embajador estadounidense, Philip Goldberg, acusándolo de apoyar a un movimiento de derechas que supuestamente pretendía escindir Bolivia. Washington expulsó en reciprocidad al representante de La Paz. Luego el exgobernante boliviano echó también del país a la agencia antidrogas DEA y a la Agencia para Desarrollo Internacional de Estados Unidos (USAID).
Durante la crisis diplomática, Estados Unidos colocó a Bolivia en una lista de países que no cumplían sus compromisos de lucha contra el narcotráfico y en el 2014 la retiró del programa de beneficios comerciales y arancelarios ATPDEA.
Al mismo tiempo, Morales impulsó los lazos políticos con los gobiernos de izquierda de la región, abrazando el Socialismo del Siglo XXI, una "entelequia" ideológica, según el expresidente Carlos Mesa, un aliado de Áñez.
Al tiempo que estrechó relaciones con la Venezuela de Hugo Chávez, el Brasil de Lula o la Argentina de los Kirchner, a través de mecanismos de integración como el ALBA, Morales dio énfasis a acuerdos comerciales con China y Rusia.
Nexos con China y Rusia
Con China, a la que encargó una amplia línea de sectores, como la minería y la construcción, Bolivia mantiene un déficit comercial que el año pasado alcanzó los $1.617 millones. Pekín le otorgó, además, un crédito por $10.000 millones.
“Las exportaciones al país asiático han experimentado un estancamiento desde el 2015 mientras que las importaciones han ido aumentando logrando los $2.000 millones desde el 2017”, reportó en setiembre el IBCE.
Bolivia, que cuenta con grandes recursos minerales todavía no explotados, firmó recientemente un acuerdo con la empresa china Xinjiang Tbea Group-Baocheng para la construcción de ocho plantas de litio en los salares de Coipasa y de Pastos Grandes, con una inversión de $2.390 millones.
El litio boliviano: ¿el motivo real tras el golpe de Estado?
— RT en Español (@ActualidadRT) November 28, 2019
El salar de Uyuni (Bolivia) es la zona del mundo con mayores reservas de litio, un mineral que podría duplicar su demanda en los próximos 10 años. ¿Existe alguna relación con el reciente golpe? pic.twitter.com/QX2jpWKPnF
En febrero pasado logró certificar sus reservas de litio de 21 millones de toneladas.
El país, con las segundas reservas de gas más importantes de América Latina, desarrolla además varios proyectos con la rusa Gazprom, que se adjudicó la explotación de al menos dos megacampos para avanzar en el cambio de la matriz energética de todo su parque de buses públicos, de diésel a GNL y GNV.
Con Moscú también trabaja en un proyecto para un complejo de energía atómica con fines medicinales y agroindustriales, que ha desencadenado una fuerte oposición en Bolivia.