Riad. Arabia Saudí ejecutó a 37 ciudadanos condenados por “terrorismo” –a uno de ellos los crucificó–, tres años después de haber aplicado la pena de muerte a decenas de personas, lo que conllevó a la ruptura de las relaciones con Irán.
Las ejecuciones del martes tuvieron lugar en cinco regiones: la capital, Riad; las ciudades santas de La Meca y Medina, la región sunita de Al Qasim y la provincia Oriental, donde se concentra la minoría chiíta, según una declaración oficial del Ministerio del Interior.
Se elevan a más de 100 el número de personas ejecutadas en el reino ultraconservador wahabita desde principios de año, según un recuento establecido a partir de los comunicados oficiales.
De acuerdo con Amnistía Internacional, el país, que se rige por una interpretación muy rigurosa de la ley islámica (sharía), figura entre los países que más aplican la pena capital.
En su informe mundial sobre la pena de muerte del 2018, la organización defensora de los derechos humanos indicó el 10 de abril que atrás de China –país que no publica estadísticas–, las naciones que recurrieron de manera masiva a las ejecuciones son Irán (253), Arabia Saudí (149), Vietnam (85) e Irak (52).
Las 37 personas ejecutadas en Arabia Saudí habían sido condenadas por “haber adoptado el pensamiento terrorista extremista” y de haber “formado células terroristas”, dijo el Ministerio en su comunicado, publicado por la agencia oficial SPA.
Algunos fueron acusados de “sedición confesional”, un término que se usa generalmente en ese país para los militantes chiitas.
En el reino, las ejecuciones suelen ser por decapitación, pero el Ministerio indicó que uno de los condenados del martes fue crucificado, un tratamiento reservado a los autores de crímenes considerados particularmente graves.
Guerra contra terrorismo
Ese país no deja de repetir que se encuentra en guerra contra “todas las formas de terrorismo”. Después de las olas de atentados en la década del 2000, el país logró contener la amenaza de grupos yihadistas, pero sin erradicarlos totalmente.
El domingo, cuatro saudíes murieron en un intento de atacar un cuartel general de las fuerzas de seguridad en el norte de Riad, en un atentado reivindicado por el grupo yihadista Estado Islámico (EI).
Al día siguiente, las autoridades anunciaron la detención de 13 sospechosos de “actos terroristas”, sin dar ninguna otra precisión.
Las últimas ejecuciones masivas en Arabia Saudí tuvieron lugar en enero del 2016, cuando 47 personas, también condenadas por “terrorismo”, entre ellas el jefe religioso chiita Nimr Baqer Al Nimr, fueron ejecutadas el mismo día.
La provincia Oriental suele ser escenario de conflictos desde el 2011, año en que atravesó por un fuerte movimiento de protesta en el marco de la Primavera Árabe.
También fue cuna de Nimr Baqer al Nimr, un virulento crítico del régimen saudí y figura del movimiento de protestas.
La comunidad chiita representa, según las estimaciones, entre 10% y 15% de los 32 millones de saudíes, pero el poder, dirigido por una dinastía sunita, no publica ninguna estadística oficial.
La ejecución de Nimr Baqer al Nimr provocó manifestaciones en Irán en las cuales se atacaron representaciones diplomáticas sauditas.
Arabia Saudí decidió entonces, en enero del 2016, romper sus relaciones diplomáticas con Irán, país al que acusa regularmente de “desestabilizar” el Golfo y de interferir en los asuntos internos de los países de la región.