Marco Rubio, jefe de la diplomacia estadounidense, anunció este lunes que asumirá el mando de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo (USAID). Sin embargo, el magnate Elon Musk afirma que el presidente Donald Trump planea cerrar la oficina.
“Soy el director interino de USAID”, aseguró Rubio a los periodistas durante su visita a El Salvador. También acusó a la agencia de “insubordinación”. El secretario de Estado precisó que la institución no desaparecerá, sino que pasará a estar bajo su control.
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En medio de la confusión sobre el futuro de USAID, los empleados recibieron instrucciones por correo electrónico de no acudir al trabajo este lunes.
Unos 1.000 trabajadores encontraron bloqueado el sistema informático, informó Devex, una plataforma especializada en desarrollo.
La cuenta de X de USAID fue suspendida y su sitio web quedó inactivo. Además, varios altos funcionarios fueron puestos en licencia administrativa a partir del sábado por la noche.
Alrededor de 50 manifestantes se concentraron frente a la sede de la agencia, en el centro de Washington. Sostenían pancartas con mensajes como “Salvemos USAID, salvemos vidas”.
USAID es un pilar de la política exterior estadounidense y financia programas sanitarios y de emergencia en unos 120 países, incluidas las regiones más pobres del mundo. También se considera una herramienta clave de poder blando para Estados Unidos en su estrategia para contrarrestar la influencia de rivales como China.
Musk calificó a USAID de “nido de víboras de marxistas de izquierda radical que odian a Estados Unidos”. “Básicamente, hay que deshacerse de todo el asunto”, opinó.
El jefe de SpaceX y Tesla, quien tiene contratos millonarios con el gobierno de Estados Unidos y financió la campaña de Trump, afirmó haber discutido la medida con el presidente.
“Lo hablé con él en detalle y estuvo de acuerdo en que debíamos cerrarlo”, sostuvo Musk durante un debate en su plataforma X.

¿Inconstitucional?
Los demócratas, que son minoría en el Congreso, alertaron sobre lo que consideran una toma de poder inconstitucional por parte de Trump y Musk.
El Congreso tiene autoridad sobre el presupuesto federal, pero Musk argumenta que su llamado Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) puede decidir cómo se utiliza el dinero.
Como Musk no es funcionario ni empleado federal, no está claro ante quién debe rendir cuentas.
El dinamismo de Musk, quien emplea personal de sus propias empresas, sorprendió a sus opositores.
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En un episodio especialmente tenso, el equipo de Musk insistió en obtener acceso al sistema de pagos del Tesoro. Esa plataforma gestiona billones de dólares al año en todo el gobierno y contiene datos personales de millones de estadounidenses.
“No se me ocurre ninguna buena razón para que operadores políticos que han demostrado un flagrante desprecio por la ley necesiten acceder a estos sistemas sensibles y de misión crítica”, escribió el senador demócrata Ron Wyden en una carta al nuevo secretario del Tesoro, Scott Bessent.
Musk “no puede hacer y no hará nada” sin “nuestra aprobación”, respondió Trump el lunes.

En la mira
El ala ultraderechista y libertaria del Partido Republicano sostiene que Estados Unidos despilfarra dinero en el extranjero mientras descuida a su propia población.
La agencia se describe como una organización que trabaja “para acabar con la pobreza extrema y promover sociedades resistentes y democráticas”, además de fomentar la “seguridad y prosperidad”.
Su presupuesto, de más de $40.000 millones, representa solo una pequeña fracción del gasto anual del gobierno estadounidense, que asciende a casi $7 billones.
Musk asegura, sin aportar pruebas, que USAID “financió la investigación sobre armas biológicas, incluido el covid-19, que mató a millones de personas”.
Trump se hizo eco de esas declaraciones y afirmó el domingo que la agencia está “dirigida por un grupo de lunáticos radicales”.
El expresidente ruso Dmitri Medvédev aplaudió el posible cierre de USAID.
“Inteligente jugada de @elonmusk, tratando de tapar la Garganta Profunda de USAID”, publicó Medvédev en X.
Matthew Kavanagh, director del Centro de Política y Salud Global de la Universidad de Georgetown, calificó el cierre de la agencia como un “desastre para la política exterior estadounidense”.