Múnich. La Fiesta de la Cerveza de Múnich, al sur de Alemania, regresó este sábado tras dos años de suspensión a causa de la pandemia de la covid-19. En esta ocasión la cerveza es más cara: la invasión de Ucrania ha disparado los precios de las materias primas y de la energía, y forzado a muchas cervecerías a trasladar sus costes al precio de la bebida.
Como es tradicional, el alcalde de Múnich, Dieter Reiter, dio inicio a las festividades rompiendo a golpe de martillo el primer barril de cerveza, y ofreciendo la primera jarra al jefe de Estado regional de Baviera, Markus Söder.
La fiesta va a durar hasta el 3 de octubre y no está prevista ninguna exigencia sanitaria, ni la obligación de portar mascarilla.
La Fiesta de la Cerveza, u “Oktoberfest”, congrega en tiempos normales a más de cinco millones de personas, un tercio de las cuales vienen del extranjero, de Asia en especial. Genera en total unos 1.200 millones de euros.
La anulación en 2020 fue la primera desde la Segunda Guerra mundial. En 1854 y 1873 no se celebró debido a epidemias de cólera.
Los alemanes figuran entre los mayores consumidores de cerveza en Europa, con 84 litros por habitante en 2021.
El viernes, en víspera de la apertura de la "Oktoberfest", la Federación de cerveceros alemana alertó al gobierno sobre las dificultades del sector.
“Varias empresas han llegado al límite para superar los choques provocados por las excesivas alzas de los precios del gas, carburante, electricidad o materias agrícolas, y a todo ello se suman las crecientes perturbaciones en las cadenas de suministro” declaró la Federación en un comunicado.
“El gobierno debe actuar y no dejar solas a las empresas con sus problemas (...)” y si no lo hace “centenas de empresas del sector alemán de las bebidas van a desaparecer y miles de trabajadores se encontrarán sin empleo” advirtió.