Brumadinho, Brasil. Pese a la lluvia, los socorristas persistían en la búsqueda de los cerca de 300 desaparecidos en la trágica ruptura de un dique de residuos mineros en el sureste de Brasil, que hasta el momento deja 34 muertos.
“Son 34 cuerpos retirados de los residuos”, informó el Cuerpo de Bomberos del estado de Minas Gerais que elevó un balance anterior de 11 fallecidos, en tanto no actualizó el número de desaparecidos por las riadas de lodo, que en el anterior balance era de 296.
La catástrofe ocurrió cerca de las 13 locales (9 a. m. en Costa Rica) del viernes en el municipio de Brumadinho, a 60 km de Belo Horizonte (capital de Minas Gerais) y sepultó buena parte de las instalaciones del complejo minero Córrego do Feijão, perteneciente a Vale, una empresa gigante del sector minero, así como otras áreas aledañas.
El gobernador del estado, Romeu Zema, dijo que las posibilidades de rescatar supervvientes eran “mínimas”, pero el Cuerpo de Bomberos informó de que tres personas fueron halladas con vida y afirmó que “hay posibilidades de encontrar más”.
Según las autoridades, prácticamente todos los desaparecidos son funcionarios o trabajadores tercerizados de Vale. De las 170 personas rescatadas, 23 fueron hospitalizadas.
Pasadas más de 24 horas, la desesperación se apoderaba de quienes perdieron o desconocen el paradero de familiares y amigos.
“Había gente aquí, casas, estoy devastada con esta tragedia”, expresó Rosilene Aganetti, de 57 años, señalando el río de lodo que desciende con furia por una localidad vecina.
Imágenes aéreas mostraban casas arrasadas, estructuras destruidas y vehículos cubiertos por la impresionante marea marrón que también se traga la vegetación de la zona.
Personas deambulaban con fotos de familiares y amigos desaparecidos.
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Las labores “se prolongarán durante semanas, para que podamos dar noticias a todas las familias de los desaparecidos”, manifestó el coronel Édgard Estevo, comandante de los bomberos de Minas Gerais.
El día amaneció soleado en Brumadinho, una localidad de 39.000 habitantes, pero por la tarde hubo lluvias torrenciales que, de proseguir, podrían complicar las tareas de búsqueda.
El presidente Jair Bolsonaro, quien por la mañana sobrevoló la zona en helicóptero, afirmó en Twitter que su gobierno hará todo lo posible “para atender a las víctimas, minimizar daños, investigar los hechos, reclamar justicia y prevenir nuevas tragedias como las de Mariana y Brumadinho”.
En noviembre del 2015, el colapso de la represa de Fundao, en el municipio de Mariana, a 125 km de Brumadinho, dejó 19 muertos y generó una corriente de residuos que llegó hasta el mar a lo largo del río Doce, surcando dos estados brasileños. Ese depósito pertenecía a Samarco, una empresa controlada por Vale y la anglo-australiana BHP Billiton.
Sanciones a minera
El Gobierno anunció el sábado la aplicación de una primera multa a Vale, por 250 millones de reales ($66,5 millones).
La Secretaría de Medio Ambiente del Gobierno de Minas Gerais está levantando un informe y prepara otra sanción pecuniaria, indicó un responsable del área.
La Justicia de Minas Gerais decretó además el bloqueo de cuentas bancarias de la compañía por un valor de 1.000 millones de reales, para ser usados en el resarcimiento de las víctimas.
Según el presidente de Vale, Fábio Schvartsman, la represa no se usaba desde hacía tres años y había sido verificada regularmente.
“Es increíble: tres años y dos meses después de Mariana, otro accidente en la misma región y con las mismas características. Podemos decir que no hubo ningún avance respecto a las medidas de gobierno ni a prácticas empresariales”, manifestó el director de campaña de Greenpeace Brasil, Nilo D’Avila.
“Que la tragedia de Brumadinho abra los ojos del gobierno. Medio ambiente no es cosa de izquierda: es respeto a la vida de las personas y del planeta. El Gobierno debe regular y fiscalizar con más energía sin diabolizar a quien de eso se ocupa”, tuiteó el expresidente Fernando Henrique Cardoso (2005-2012).
Bolsonaro llegó al gobierno este mes con un programa ultraconservador en lo social y liberal en lo económico, partidario de una flexibilización de las normas de protección ambientales.