El huracán Iota se fortaleció este domingo a categoría 2, según informó el Centro Nacional de Huracanes (NHC) de Estados Unidos, al final de la tarde.
También, las autoridades meteorológicas advirtieron de que el fenómeno se encuentra a 400 kilómetros del cabo Gracias a Dios, en la frontera entre Nicaragua y Honduras, donde tocaría continente este lunes.
“Se espera que traiga vientos potencialmente catastróficos, una marejada ciclónica amenazante a la vida e impactos de lluvia en Centroamérica”, informó el Centro Nacional de Huracanes en su más reciente alerta.
Hurricane #Iota Advisory 10A: Iota Strengthens to a Category 2 Hurricane. Expected to Bring Potentially Catastrophic Winds, Life- Threatening Storm Surge, and Extreme Rainfall Impacts To Central America. https://t.co/VqHn0u1vgc
— National Hurricane Center (@NHC_Atlantic) November 15, 2020
Por el momento, Iota avanza con vientos de 155 kilómetros por hora y, cuando llegue a tierra, podrían superar los 200 kilómetros por hora propios de un huracán categoría 4.
El ciclón avanza lentamente por el Caribe hacia Centroamérica, en una ruta muy similar a la que recorrió Eta a principios de noviembre.
La región, aún bajo los estragos de ese anterior huracán, se prepara para que Iota toque tierra todavía más fortalecido, según las autoridades en la materia, incluso de categoría 4, como el propio Eta.
Las proyecciones del NHC es que Iota podría tocar tierra el lunes por la tarde, en el litoral caribeño entre Nicaragua y Honduras.
A inicios de noviembre, en esa misma ruta, Eta dejó más de 200 muertos y 2,5 millones de afectados por inundaciones y deslaves.
El NHC prevé que Iota se convertirá en un potente huracán categoría 4, similar a Eta, y que descargue lluvias fuertes en la región hasta el próximo viernes.
Las autoridades meteorológicas de Nicaragua prevén que el nuevo huracán impacte entre el cabo Gracias a Dios, en la frontera con Honduras, y Prinzapolka, más al sur, cerca de la ciudad de Bilwi.
En esa localidad de más de 40.000 habitantes, en su mayoría indígenas misquitos y afrodescendientes, la gente intentaba asegurar los techos de sus casas de madera con las mismas láminas de zinc viejas y rotas que se desprendieron con el paso de Eta, y guardaban sus pertenencias en bolsas para protegerlas de las lluvias.