Trípoli. Los comercios reabrieron y los vuelos se reanudaron el domingo en la capital de Libia, Trípoli, tras los choques entre grupos armados que causaron al menos 32 muertos y más de 150 heridos.
Según un corresponsal de AFP, la mayoría de tiendas reabrieron el domingo, y los vuelos que habían sido suspendidos en el aeropuerto de Mitiga —el único de la capital— se reanudaron. Asimismo, las escuelas anunciaron que el lunes efectuarían los exámenes que estaban previstos para el domingo.
LEA MÁS: Combates Libia dejan al menos 13 muertos y temor de que inicie una nueva guerra
Pero los daños causados en los violentos combates que se produjeron entre el viernes y el sábado son visibles en toda la ciudad, como los muros acribillados de balas de muchos edificios y las decenas de coches calcinados. Seis hospitales fueron alcanzados por los ataques.
Al menos 32 personas murieron y 159 resultaron heridas en estos choques en varios barrios de la ciudad, según un nuevo balance del ministerio de Salud difundido el domingo. Estos enfrentamientos hacen temer un conflicto a mayor escala en este país del norte de África ya devastado por años de violencia. Desde marzo, dos gobiernos se disputan el poder.
Uno tiene su sede en Trípoli (oeste) y está dirigido por Abdelhamid Dbeibah desde 2021, resultante de un proceso de paz liderado por Naciones Unidas tras un anterior ciclo de violencia.
El otro está encabezado por el exministro del Interior Fathi Bashagha, radicado en Sirte (en el centro del litoral del país) y que cuenta con el apoyo del mariscal Jalifa Haftar, hombre fuerte del este.
Grupos inestables
Los combates se produjeron el sábado con el fracaso del intento de Bashagha para derrocar el gobierno de su rival, según la prensa local y expertos. Grupos armados considerados neutros en este pulso político, como Force al-Radaa, se alinearon con el bando de Dbeibah, jugando un papel decisivo en el fin de los choques.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) instó el domingo a “las partes libias a entablar un verdadero diálogo para resolver el estancamiento político actual y a no recurrir a la fuerza para resolver sus diferencias”. Las tensiones entre grupos armados fieles a uno u otro de los dirigentes rivales incrementaron estos últimos meses en la capital.
Libia lleva más de una década en crisis y en repetidos episodios de conflicto armado tras la caída del dictador Muamar Gadafi en un levantamiento respaldado por la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN) en el 2011. Desde entonces, el país ha tenido una decena de gobiernos y no ha conseguido celebrar elecciones presidenciales debido a las fuertes divergencias.
Se trata del segundo intento de Bashagha para derrocar a su rival, tras una tentativa fallida en mayo. Esta escalada de violencia no tiene precedentes desde junio del 2020, con el intento en vano del mariscal Haftar de conquistar militarmente la capital.
En gobierno temporal en Trípoli fue el resultado a principios del 2021 de un proceso auspiciado por la ONU, con el objetivo de organizar elecciones. El Parlamento con sede en el este considera que el mandato de Dbeibah ha terminado y designó en febrero a Bashagha como primer ministro. Dbeibah, por su parte, asegura que sólo entregará el poder a un gobierno electo.
LEA MÁS: Del archivo: Papa Francisco urge a la comunidad internacional a solucionar crisis migratoria libia
La seguridad en el país sigue siendo muy incierta, sobre todo en la capital, donde persisten numerosas milicias influyentes pero muy inestables.
“Los grupos armados que se situaron en el mismo bando en los combates de ayer (sábado) en Trípoli se enfrentarán mañana por el territorio, los cargos o el presupuesto. Las facciones que ayer eran pro-Dbeibah, lo desafiarán mañana. Es una historia sin fin”, resume en Twitter, Wolfram Lacher, experto de Libia para el instituto alemán SWP.