Masaya. Carteles de “no fumar” proliferan en las zonas boscosas en las afueras de la ciudad de Masaya, en el centro de Nicaragua, pero el tabaco no es la preocupación: en el área abunda material explosivo que se está utilizando para fabricar morteros.
La demanda de estos proyectiles improvisados se ha disparado en las últimas semanas por los intentos de los manifestantes antigubernamentales de defenderse de la policía antidisturbios del presidente Daniel Ortega, acusada de desencadenar una violencia mortal contra los opositores en medio de la crisis sociopolítica en el país centroamericano.
LEA MÁS: Muertes en Nicaragua por protestas contra Daniel Ortega llegan a 137
En un taller clandestino, un hombre con gafas de sol y la cara protegida por un pañuelo celeste prepara el mortero: una mezcla de clorato de potasio con carbono, azufre, aluminio y un poco de arena para el darles peso.
“Estamos viviendo un momento crítico”, dice, negándose a dar su nombre por razones de seguridad.
Las bombas se preparan en un taller improvisado llamado “Artesanos de Monimbo”, en alusión al barrio de Masaya que defendió la revolución de 1979 que llevó a Ortega al poder, pero que ahora se alzó contra el gobernante de izquierda. El creador de estas armas asegura que los morteros son una forma de protesta y autodefensa que “no deja heridas mortales”. “Esta es una forma de protegernos durante esta lucha”, dice.
Los opositores del gobierno de Ortega disparan las rondas de proyectiles de mortero desde lanzadores estilo avancarga ligeros, también generalmente caseros.
LEA MÁS: Costa Rica confirma que se multiplicaron solicitudes de refugio de nicaragüenses
Álvaro Torres, quien es mecánico de Masaya, y sus vecinos fabrican los lanzadores utilizando caños y equipos de soldadura. Su equipo fue “organizado en la cuadra para ayudar a resistir la masacre de estas personas”, relata.
Producir cada mortero lleva alrededor de una hora. Los dispositivos se utilizan principalmente como una táctica de miedo, ya que cuando se encienden, sus balas explotan casi de inmediato, emitiendo humo en medio de una explosión impresionante. Ser golpeado con proyectiles de mortero puede doler, reconoce un joven de 20 años conocido simplemente como El Zorro. Pero están destinados a no ser letales, más bien buscan expulsar a las fuerzas gubernamentales de las barricadas de las calles tomadas por los manifestantes. Las heridas de mortero consisten en “una quemadura, o un corte, pero no son mortales”, explica.
Este residente de Masaya señala que los manifestantes están librando de todos modos una batalla asimétrica: “La policía tiene (fusiles) AKs y armas de fuego (pero) ellos son los únicos que tienen acceso a las armas. La gente pudo enfrentarlos con piedras, cócteles Molotov y morteros, con las únicas cosas que podemos usar para luchar”, dice.
Doce rondas de mortero normalmente cuestan de 400 a 450 córdobas (de $12 a $14), pero los precios han estado subiendo desde que el gobierno frenó las ventas de pólvora, lo que provocó que el mercado casero floreciera.
Además, el fabricante de Artesanos de Monimbo dice que las empresas que venden productos químicos necesarios para las rondas caseras han sido cerradas, lo que dificulta la adquisición de los ingredientes. No obstante, este artesano asegura que seguirá intentado fabricar sus morteros porque son una forma de hacer retroceder a las fuerzas de seguridad y ayudar a los manifestantes en su búsqueda de “la paz en Nicaragua, no la guerra”.