Rangún. Al menos ocho manifestantes murieron este domingo en Birmania, a manos de las fuerzas de seguridad que dispersaron violentamente varias concentraciones, en el día más sangriento de las protestas contra el golpe de Estado militar.
Tres hombres perecieron en la ciudad sureña de Dawei, en la que también resultaron heridas 20 personas, según socorristas y medios locales.
Las víctimas murieron tras ser “alcanzadas por disparos de munición real”, dijo a la AFP Pyae Zaw Hein, un socorrista voluntario. Los heridos recibieron impactos de balas de goma, explicó, y advirtió que “puede haber muchas más víctimas porque seguimos recibiendo heridos”.
Otros dos jóvenes de 18 años resultaron muertos en la localidad de Bago, según socorristas. Sus fallecimientos fueron confirmadas por medios basados en esta localidad, al norte de Rangún.
Una sexta persona falleció en Rangún, indicó en Facebook un exdiputado del derrocado gobierno civil, Nyi Nyi. Se trata de un joven de 23 años, quien recibió múltiples disparos.
Por último, en Mandalay, un médico de urgencias indicó a la AFP que dos hombres murieron, heridos de bala.
El jefe de la junta, el general Min Aung Hlaing, aseguró que las autoridades habían hecho un uso mínimo de la fuerza para dispersar las concentraciones.
Pero ya son al menos 13 los manifestantes muertos desde el 1 de febrero. El ejército afirma que un policía murió cuando trataba de dispersar una protesta.
La Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los derechos humanos informó de que durante la jornada murieron al menos 18 personas.
Sin embargo, la AFP no pudo confirmar el balance de la ONU con una fuente independiente.
“Condenamos con fuerza la escalada de violencia contra manifestantes en Birmania e instamos a los militares a cesar de inmediato de usar la fuerza contra manifestantes pacíficos” afirmó Ravina Shamdasani, portavoz de la oficina del Alto Comisionado de derechos humanos de la Organización de Naciones Unidas (ONU), en un comunicado.
“Durante el día, en varios lugares de todo el país, las fuerzas policiales y militares actuaron contra manifestaciones pacíficas, usando una fuerza letal y no tan letal que, según información fideligna recibida por la Oficina de Derechos Humanos de la ONU, dejó al menos 18 muertos y más de 30 heridos”, indicó la vocera de Naciones Unidas.
“Al parecer, las muertes se debieron al fuego real disparado contra la multitud en Rangún, Dawei, Mandalay, Myeik, Bago y Pokokku. Parece ser que también se lanzó gas lacrimógeno en varios lugares, así como granadas aturdidoras”, añadió el organismo internacional.
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Birmania es escenario de una oleada de manifestaciones prodemocracia y de una campaña de desobediencia civil desde el golpe de Estado militar del 1 de febrero que derrocó al gobierno civil dirigido por Aung San Suu Kyi.
Con el paso de los días, las fuerzas de seguridad han incrementado la represión de las concentraciones.
‘Comenzaron a disparar desde que llegamos’
En Rangún, las fuerzas de seguridad dispersaron rápidamente una manifestación este domingo.
“La policía comenzó a disparar desde que llegamos. No hubo mensajes de advertencia”, declaró a la AFP Amy Kyaw, una maestra de 29 años.
Centenares de personas fueron detenidas en la capital económica, según la policía, y llevadas a la prisión de Insein.
Las fuerzas de seguridad también actuaron contra la prensa.
En Myityina (norte), las fuerzas de seguridad propinaron una paliza a un periodista, que fue arrestado, según un medio local. Otro fue alcanzado por pelotas de goma en el centro del país, según el medio para el que trabaja. El sábado, al menos tres periodistas fueron detenidos, incluyendo un fotógrafo de la agencia estadounidense Associated Press.
Además, la policía también habría arrestado a los socorristas que estaban auxiliando a manifestantes heridos, según HRW.
Más de 850 personas han sido arrestadas, inculpadas o condenadas por su participación en las manifestaciones, según la ONG de ayuda a los presos políticos AAPP.
Pero los arrestos se intensificaron en los dos últimos días, y el solo el sábado 479 fueron detenidas.
En los últimos días, Estados Unidos y la Unión Europea denunciaron la violencia empleada por las fuerzas de seguridad e instaron a la junta a dejar el poder.
“Tenemos el corazón partido trasl a pérdida de tantas vidas humanas”, tuiteó el domingo la embajada de Estados Unidos en Birmania. “Apuntar contra los civiles es algo horroroso”.
Aung San Suu Kyi, galardonada con el Nobel de la Paz en 1991, no ha sido vista en público desde que fue detenida.
Se encuentra en arresto domiciliario en Naipyidó, la capital, inculpada de haber importado ilegalmente walkie-talkies y de haber violado las restricciones impuestas por la pandemia de covid-19. El lunes comparecerá en una audiencia para responder sobre estos cargos.
Por otro lado, la junta destituyó el sábado a su embajador en Naciones Unidas, Kyaw Moe Tun, que, el viernes, pidió “poner fin al golpe militar” y reclamó “la acción enérgica de la comunidad internacional” para “terminar con la opresión de la gente inocente y devolver el poder” al pueblo.