Suena como un lema eso de que deberíamos aprender a valorar más el ser que el tener. ¿En qué consiste valorar el ser? Édgar Faure (“Aprender a ser”, Unesco 1973) señala uno, entre muchos elementos: … es preciso que la inteligencia popular … se “desfatalice” … se “desresigne”, y esta seguridad psicológica solo puede dársela una educación ampliamente abierta a todos.
¿En qué consistiría la “desfatalización”? Si a un automóvil se le daña el carburador o a una cocina las resistencias, no funcionarán. Estos daños son fatales para esos aparatos. Pero los seres humanos y la realidad en la cual nos movemos, es mucho más compleja, de ahí que las afirmaciones fatalistas fallan con frecuencia. Basta con observar la vida de Stephen Hawking o el desempeño de los atletas de las olimpiadas especiales.
La tesis de Faure es que la educación nos ayuda a “desfatalizarnos”. Creemos que porque nos libera de modelos simplistas para interpretar la realidad y los sustituye por otros que la interpretan mejor. Entonces la educación no es solamente para proveernos de una herramienta con la cual participar con éxito en el mercado laboral. Es para adquirir herramientas a fin de hacer mejores pronósticos, sobre qué podríamos obtener como resultados a pesar de nuestras limitaciones y gracias a nuestras fortalezas. Que alguien que tiene dificultades de comunicación no se pronostique fatalmente que no podrá ser un buen jefe o un buen docente.
También nos ayuda la educación, a “desresignarnos”, porque nos hace conscientes de nuestra propia capacidad de cambio y nos ayuda a concebir estrategias para lograrlo. Entonces, una vez que hemos detectado que tenemos una limitación, no deberíamos considerarla invariable. Quien tiene dificultades de comunicación, puede superarlas, ya, o más tarde y muchas veces a propósito de las exigencias de las tareas a las cuales se enfrenta. Así que quien tenía dificultades de comunicación, se “desfatalizó” y tomó una posición de jefe. Luego se “desresignó” y en las exigencias del puesto, podrá encontrar formas de superarlas.
Ser más plenamente, entre otras muchas cosas, es estar conscientes de la multitud de formas de lograr resultados a pesar de nuestras limitaciones y de las numerosas estrategias que podemos seguir para superarlas. Y a eso nos ayuda la buena educación, aunque eso no sea objeto de ninguna asignatura.
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