La recuperación económica en América Latina tras la pandemia de coronavirus será “lenta” y requerirá “reformas estructurales para fomentar el empleo formal y productivo”, afirmó Luis Carranza, presidente ejecutivo de CAF-banco de desarrollo de América Latina, institución que este año cumple medio siglo de vida, al responder un cuestionario formulado por los medios que integran el Grupo de Diarios América (GDA).
El titular de CAF, entidad constituida en 1970 y conformada por 19 países –17 de América Latina y el Caribe, España y Portugal, y 13 bancos privados de la región– señaló que se espera que el PIB de la región caiga entre 5% y 7% este año y que las ganancias en términos de reducción de la pobreza y mejoras en la distribución del ingreso logradas en los últimos 20 años se pierdan “casi por completo”.
Carranza sostuvo además que resolver varios de los desafíos que implica controlar la epidemia y la reconstrucción de las economías requiere “fortalecer la cooperación internacional y regional”.
En sus 50 años de existencia, CAF (sigla que proviene de su denominación inicial, Corporación Andina de Fomento) ha promovido un modelo de desarrollo sostenible, mediante operaciones de crédito, recursos no reembolsables y apoyo en la estructuración técnica y financiera de proyectos de los sectores público y privado de la región. A continuación, un extracto de la entrevista.
– Le tocó celebrar los 50 años en un momento difícil para América Latina y el mundo por el covid-19. ¿Cómo ve CAF el futuro de la región después de la pandemia?
– La pandemia global del covid-19 está teniendo costos humanos, sociales y económicos de enorme magnitud. Además de la pérdida de vidas, de por sí, de un incalculable valor, se espera que el PIB de la región caiga entre un 5% y 7% este año y que las ganancias en términos de reducción de la pobreza y mejoras en la distribución del ingreso que se habían logrado en los últimos 20 años se pierdan casi por completo. Estas son las estimaciones hasta la fecha, lo cual puede cambiar en función de la dinámica que tenga el control de la emergencia sanitaria en nuestros países. La recuperación de esta tremenda crisis va a ser más lenta de lo que inicialmente se creía porque las medidas de distanciamiento social, aun en su versión más acotada y focalizada, se mantendrán por un buen tiempo. De todas formas, la recuperación de las economías será lenta también por otros motivos.
"Hoy, los gobiernos de la región están agotando su reducido espacio fiscal en la necesaria inversión en los sistemas de salud y en medidas de asistencia a empresas y familias, de forma de evitar despidos masivos y asegurar ingresos mínimos a los hogares más vulnerables. Por esta razón quedarán pocos recursos públicos disponibles para invertir en infraestructura, que son relevantes no solo para estimular la demanda agregada sino también para generar impactos beneficiosos en la productividad y el crecimiento de largo plazo. También se requieren fondos públicos para seguir fortaleciendo los sistemas de garantías y, así, promover el acceso al crédito a las empresas, requisito indispensable para que se expanda el empleo y la producción.
“La recuperación y el crecimiento a mediano plazo también podrían resentirse si la productividad de las economías se debilita, en el caso que la crisis destruya activos productivos intangibles por el cierre de empresas o genere un aumento sustantivo en los niveles de informalidad de la mano de obra que ya es alto en la región. Es por eso que la recuperación requiere de un conjunto de políticas que incluya impulsos en la demanda agregada pero también medidas de tipo estructural que apuntalen la productividad".
– ¿Cómo pueden ustedes contribuir, más allá de los esfuerzos y recursos con que han contribuido, para apuntalar el desarrollo?
– En este contexto fomentar las inversiones públicas y privadas en infraestructura es crítico. Con la explosión de la pandemia los recursos han estado más focalizados en ayudas de emergencia a los gobiernos para financiar inversiones en el sistema sanitario de los países y también otros préstamos para apoyar los presupuestos en la emergencia económica y social. Pero cuando lo peor de la crisis sanitaria haya pasado, se requiere volver el foco en políticas para la productividad. CAF no solo apoya esta agenda con financiamiento de inversiones públicas sino también colaborando con el sector privado en operaciones de APP (alianza público-privadas), y en el otorgamiento de líneas de préstamos y programas de garantías para pymes, que se canalizan a través de los bancos nacionales de desarrollo.
“También son muy importantes las operaciones de cooperación técnica y servicios de conocimiento que complementan las operaciones de financiamiento para facilitar el buen diseño de los proyectos, y cambios en regulaciones y en las políticas públicas para generar el entorno propicio que maximice el rendimiento social de las inversiones”.
– Luego de la crisis económica global causada por la pandemia, ¿se vislumbran grandes cambios en los modelos económicos del mundo y, particularmente, de América Latina? ¿Qué proponen para enfrentar las desigualdades sociales y económicas que se han hecho más evidentes con la pandemia?
– Para la fase de recuperación, además de políticas macroeconómicas expansivas, se requerirán también reformas estructurales que fomenten la creación de empleo formal y productivo en nuestras economías. En vista de las nuevas tendencias globales serán importantes los esfuerzos de nuestros países en cuatro direcciones: primero, reformar las reglas fiscales con la orientación de proteger a la inversión pública, como variable fundamental para reducir la inequidad y aumentar la eficiencia; segundo, abordar de una vez por todas los retos de lograr una integración pragmática basada en los corredores logísticos y las cadenas valor y no en afinidades políticas; tercero, abordar el reto de cerrar la brecha digital en nuestros países, que lastimosamente se sigue ampliando, y cuarto, buscar un nuevo pacto social que procure reducir las altas inequidades en la distribución del ingreso reconociendo al mismo tiempo la necesidad de formalizar las economías y promover la inversión y el empleo.
– La pandemia está elevando a niveles inéditos la pobreza, el desempleo y la desigualdad en toda América Latina. ¿Qué proyectos concretos tiene CAF para ayudar a los países de la región a evitar el colapso social y financiero?
– CAF ha respondido a la crisis sanitaria, económica y social poniendo a disposición de los países miembros una línea de crédito regional de $2.500 millones para reforzar las medidas económicas para mitigar los efectos sociales de la pandemia. A su vez, se puso a disposición inmediata recursos de cooperación técnica no reembolsables por hasta $400.000 por país; y una línea de crédito de emergencia de hasta por $50 millones por país para atención directa de los sistemas de salud pública. Asimismo, hemos aprobado recientemente una línea de crédito para los bancos de desarrollos locales por $1600 millones para apoyar a la pequeña empresa y a sectores críticos en nuestros países. Por otro lado, en coordinación con los países se están ajustando préstamos ya acordados para que puedan ser relocalizados hacia la atención de la crisis. Finalmente, todo el talento humano de CAF en áreas como salud, educación, economía, transporte, protección social, tecnología y gobernabilidad, está apoyando a nuestros accionistas en diseñar las respuestas específicas de cada país.
– ¿Qué pasará con la deuda que deberán asumir los países de la región, especialmente en el caso de economías que ya están golpeadas? ¿Se deberán subir impuestos para cumplir con los pagos?
– La crisis económica derivada de la pandemia significará un deterioro de los resultados fiscales en la región. Antes de la crisis, la mayoría de los países de la región ya presentaban una situación fiscal algo comprometida por lo que, en mayor o menor medida, avanzaban en procesos de consolidación fiscal. Pero este proceso de consolidación se interrumpió con la aparición de la pandemia del covid-19. Esto traerá como consecuencia que el déficit fiscal promedio para la región se ampliará considerablemente este año, pasando del 1% del PIB, que se estimaba en enero, a 4,5% del PIB.
"Asimismo, las necesidades de financiamiento del sector público, es decir, los recursos que se necesitan para cubrir el déficit y las amortizaciones de deuda se incrementaron de un promedio de 5,5% del PIB, en 2019, a 9,5% del PIB, en 2020. Esto traerá como consecuencia aumentos en los stocks de deuda que podrían ser no sostenibles. ¿Puede sortear la región esta coyuntura sin caer en una nueva crisis de deuda? En este punto, vale la pena recordar que la deuda se vuelve insostenible cuando esta crece en forma continua en términos del PIB, lo que requiere en algún momento realizar incrementos de impuestos o recortes de gastos.
“Claramente esta es una alternativa de política que los países podrían evaluar, aunque si resultara muy drástica puede comprometer el crecimiento a futuro o ser políticamente difícil de adoptar. Por lo tanto, es necesario complementar estas acciones con el acceso a financiamiento concesional -a tasas de interés más bajas de lo que hoy los países consiguen en los mercados- provenientes de instituciones financieras multilaterales (bancos multilaterales de desarrollo o fondos que se creen con apoyo de los países desarrollados) para poder refinanciar estos compromisos y que ello permita que la deuda pública regrese a mediano plazo a valores sostenibles”.
– Hay una ola de opiniones en Europa según las cuales es muy probable que la pospandemia se resuelva por el lado trágico de ‘sálvese quien pueda’. ¿Ve probable un escenario similar en América Latina?
– Es claro que para resolver varios de los desafíos que implica controlar la epidemia y también la reconstrucción de las economías se requiere fortalecer la cooperación internacional y regional. A nivel global ya estamos viendo esa colaboración en los temas científicos para la búsqueda de vacunas y tratamientos contra la enfermedad. En los temas económicos es importante fortalecer las instituciones multilaterales de crédito (FMI, banco multilaterales de desarrollo) para asistir financieramente a los países. También coordinar acciones para evitar políticas unilaterales de cierre del comercio y apertura al flujo de turismo y viajes, cuando la situación sanitaria lo permita.
“A nivel regional, profundizar la integración de comercio, inversiones y producción siempre ha sido un tema pendiente pero que, en un escenario pospandemia, es aun más relevante para apoyar la recuperación de las economías. Uno de los pilares de la acción de CAF es apoyar estos procesos de integración a través de financiamiento de inversiones que conecten a los países reduciendo los costos de transporte y de logística y aquellos derivados de la normativa existente, que hoy en día son más relevante que las barreras tarifarias. También CAF apoya el proceso de integración a través de iniciativas de facilitación de comercio vía mejoramiento de las aduanas y pasos fronterizos. Finalmente, promociona la creación de espacios de diálogo de política pública entre los países para generar consensos sobre las acciones que pueden fomentar la integración regional”.