Los dos mayores compradores de productos de Costa Rica en el Istmo, Guatemala y Panamá, se levantan este año de la crisis, mientras que las otras naciones de la región, también importantes para la economía tica (El Salvador, Honduras y Nicaragua), luchan no solo con la pandemia, sino con el efecto de los huracanes y una situación política que siembra incertidumbre.
Este es el panorama general que se desprende de un análisis de perspectivas económicas del Istmo elaborado por La Nación, y donde además de las proyecciones de crecimiento de cada uno de nuestros socios regionales, se revisan el comercio exterior, la inversión y los flujos de visitantes.
Para Guatemala, la economía más grande de la región y la menos golpeada económicamente por la enfermedad, las proyecciones de crecimiento para este año de los organismos internacionales y la empresa local Consejeros Económicos y Financieros (Cefsa) oscilan entre 3,3% y 4,5%, con lo cual superaría la caída de 2,5% estimada por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en el documento: Balance preliminar de las economías de Centroamérica y República Dominicana en 2020 y perspectivas para 2021, de febrero del 2021.
Desde setiembre del año pasado el índice mensual de la actividad económica de Guatemala comenzó a crecer y para febrero aumentó un 3,5%.
En Panamá, las proyecciones de crecimiento en la producción para este año tienen mayor variabilidad y oscilan entre 4,6% y 12% luego de una caída de casi 11% en el 2020, según la Cepal.
El Banco Mundial, en su Panorama General de Panamá, actualizado al 6 de abril, indicó que se proyecta que esta nación experimente un fuerte repunte en el 2021 ayudado por el aumento de la producción minera y el inicio de nuevas inversiones públicas, como la extensión de la Línea 2 del metro y la construcción de la Línea 3.
Para Honduras, se prevén crecimientos entre 2,6% y 4,5%, insuficientes para reponer la caída de 8% del 2020 estimada por la Cepal; para El Salvador las proyecciones oscilan entre 3,3% y 4,2% que igual no cubre la pérdida de casi 8,6% de su producción del 2020; para Nicaragua, Cefsa prevé una nueva caída de 1%, con lo cual serían cuatro años seguidos de pérdida en su producción, y la proyección más optimista de los organismos es un crecimiento de 1,3% que tampoco palía la caída del 4% del 2020, estimada por Cepal.
Las proyecciones se renuevan continuamente debido a la fuerte incertidumbre que genera la pandemia.
Importancia para Costa Rica
La evolución de la economía centroamericana y de Panamá es importante para la recuperación misma de Costa Rica, pues son países que compran productos locales, son proveedores de bienes, aportan inversión directa y nos visitan.
Además, como citó el economista de Cefsa, Fernando Naranjo, las empresas de los países se han extendido en la región y por lo tanto la evolución de las otras economías también influye en las empresas locales.
“Centroamérica es el segundo socio económico del país, después de Estados Unidos, en comercio; también es importante en inversión extranjera, en turismo, el turismo de negocios era muy importante, eso desapareció”, indicó Naranjo.
En el 2020 los países centroamericanos y Panamá compraron $2.227 millones en productos costarricenses, casi la quinta parte del total, y los costarricenses compraron cerca de $1.000 millones en bienes, 7,4% del total.
En inversión extranjera, Costa Rica recibió en el 2020, casi $63 millones en inversión directa de los países de América Central, pese a la pandemia, un 3% del total, según información proporcionada por el Banco Central.
En el 2020, llegaron al país 202.374 personas de América Central y Panamá, la quinta parte del total de entradas, según la información del Instituto Costarricense de Turismo.
Para Alberto Mora, coodinador de investigación del informe Estado de la Región, el Istmo también es una fuente de recurso humano que necesita Costa Rica para viabilizar algunas actividades productivas como el servicio doméstico, el cuido, la agricultura y la construcción.
Para Mora, es necesario desmitificar que la población migrante viene a quitarle puestos de trabajo a la población costarricense. “No es sustitutiva la fuerza de trabajo migrante, es complementaria”, dijo.
Lesiones sociales y fiscales
Como consecuencia de la pandemia, todos los países de la región quedaron con heridas sociales y fiscales.
“La crisis económica como impactó sobre el empleo, también tuvo un impacto muy rápido sobre el incremento de la pobreza general y en la pobreza extrema”, aseveró Jonathan Menkos, director ejecutivo del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales, con sede en Guatemala.
Menkos explicó que algunos países tuvieron problemas para realizar las encuestas para medir el desempleo y la pobreza debido a la misma pandemia.
En pobreza, las estimaciones de la Cepal, en el documento Enfrentar los efectos cada vez mayores del covid-19 para una reactivación con igualdad: nuevas proyecciones son que el indicador en Guatemala pasó de 48,6% del total de la población, en el 2019, a 51,6% en el 2020; en El Salvador de 33,7% a 40,2%.
Para el caso de Honduras, el 54,8% pasó a ser el 57% de personas en pobreza; en Nicaragua el cambio fue 47,1% a 52,7% y en Pamamá de 14,6% a 17,5%. En Costa Rica el incremento fue de 21% a 26%, según la medición del Instituto Nacional de Estadística y Censos.
De acuerdo con el Balance preliminar de la Cepal, en Costa Rica el desempleo se duplicó al pasar de 11,8% en el 2019, a 22% en el 2020 y en Panamá se cuadruplicó, pues subió de 4,6% en el 2019 a 18,5% en el 2020, mientras que en Nicaragua se reporta una baja de 5,6% a 4,8%; lo cual no es congruente con la caída en su producción.
Este último país presenta dificultades con la información estadística, según explicaron Menkos y el economista nicaragüense, Juan Sebastián Chamorro. El Fondo Monetario Internacional ha hecho observaciones a las estadísticas del país en sus informes, como por ejemplo, la revisión bajo el artículo IV del 2019.
La Cepal explica, en su balance, que El Salvador, Guatemala y Honduras aún no reportan cifras de desempleo para 2020.
Menkos llamó la atención de que en muchos países de la región el desempleo es bajo y no es porque no existan problemas laborales sino porque la gente hace lo que sea para quedarse en el mercado laboral y eso se refleja en una informalidad cercana al 70% en países como Guatemala, El Salvador y Honduras, y por lo tanto para estos países y Nicaragua hay que analizar otras variables como el subempleo.
Las naciones del Istmo también quedaron con secuelas fiscales. Según indica la Cepal en su balance, al tercer trimestre del 2020 el déficit fiscal promedio del gobierno central en los países de la subregión alcanzó un 7,1% del PIB, superior al registrado en el mismo período de 2019 (2,2% del PIB trimestral).
“Esta evolución fue resultado de un incremento de 4 puntos porcentuales del PIB en los gastos totales y de una caída de 0,8 puntos porcentuales del PIB en los ingresos totales”, indicó la Cepal.
Naranjo consideró que, aún con la crisis, la región también tiene fortalezas, por ejemplo, no ven problemas externos en ninguna economía, pese al incremento en el precio de materias primas e hidrocaburos, ni tampoco problemas inflacionarios.
Y aunque el proceso de vacunación va lento en la región, Naranjo estima que en el segundo semestre de este año se puede acelerar.
Hacia futuro
Hacia futuro, hay algunos factores que contribuyen a la recuperación de Centroamérica como el mayor crecimiento al originalmente estimado de Estados Unidos, país que provee de remesas, turismo, inversión directa y compra de bienes a la región.
“La gran ventaja para los tres países del Triángulo Norte es el plan de reactivación económica de Joe Biden, presidente de Estados Unidos, ese realmente es, o va a ser, la variable más importante, para el crecimiento y la recuperación en este año, principalmente por las remesas, pero principalmente porque estos tres países destinan alrededor del 30% de sus exportaciones al mercado estadounidense”, comentó Menkos.
Un factor negativo es que todos los países quedaron con poco margen fiscal para sostener las transferencias que en el 2020 ayudaron a aliviar la pobreza.
Mora indicó que también surgen oportunidades porque la pandemia trajo cambios en las formas de producir.
“La pandemia ha generado nuevas prácticas, nuevas formas de producir, de generar ingresos, toda la industria de prestación de servicios a domicilio, el comercio digital ha tenido un auge, y algunas modalidades de servicios que quizás antes no tenía como lo relacionado con el cuido de adultos mayores, de niños, aquellos que no están en instituciones”, comentó Mora.
También Mora considera que hay un punto de no retorno de actividades teletrabajables, por lo tanto las posibilidades de recuperación tienen que ver con la oferta y disponibilidad de recurso humano con capacidades para teletrabajar, pero implica que también hay sectores que queden excluidos, en una región donde, en promedio, seis de cada 10 personas activas en la fuerza laboral tiene primaria completa o menos.
“Repensar las posibilidades de cadenas regionales de valor son asuntos que creo que deberíamos de considerar sobre todo porque la dotación de factores productivos como la tierra, el recurso humano, etc., claramente son diferenciados en los países, igual el acceso a tecnología”, añadió Mora.