El gobierno de Carlos Alvarado recibe una brasa fiscal, que de no lograr bajarle pronto la temperatura, podría afectar la estabilidad económica de Costa Rica.
En producción, la nueva administración ingresa con un crecimiento de 3%, el cual la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) considera vigoroso, pero que sigue siendo insuficiente para reducir el alto desempleo que, roza el 10%, y ayudar a cerca de la quinta parte de los hogares en el país que sufre de pobreza.
El presidente de la República, Carlos Alvarado, tiene claro el poco tiempo que tiene para enfrentar el problema de exceso de gastos sobre ingresos del Gobierno (déficit fiscal) y por eso hizo un llamado a solucionar el desajuste, en su discurso de este 8 de mayo.
“Debemos resolver de una vez por todas los riesgos que conlleva el tener un alto déficit fiscal. Esta será la quinta administración que de manera sucesiva tendrá que lidiar con este tema, con una diferencia radical con relación a las cuatro anteriores: el tiempo está a punto de agotarse para hacer esta reforma”, expresó.
Dicho déficit se comenzó a agudizar a partir del año 2009 tras la crisis mundial del 2008, que golpeó los ingresos tributarios.
Sumado a ese efecto, las decisiones que se tomaron de realizar ajustes en los salarios del Gobierno Central para acercarlos a los del resto del sector público, elevó dicha cuenta, la cual luego no se pudo bajar.
A estas decisiones se suman, la de los diputados de elevar del 6% de la producción al 8% de la producción a la educación sin tener los ingresos por impuestos adicionales para financiarlo.
El déficit de cada año significa préstamos nuevos lo cual ha llevado el saldo de la deuda a rozar el 50% de la producción, un límite que la coordinadora del equipo económico, Edna Camacho, considera insostenible ya que pone a la economía en una situación vulnerable frente a choques internos y externos, y eleva sensiblemente el riesgo crediticio.
“El principal reto del señor Presidente es reducir significativamente la vulnerabilidad fiscal, antes que afecte el comportamiento de otros sectores clave", comentó el exministro de Hacienda y economista, Francisco de Paula Gutiérrez.
"También lo es devolver la confianza a empresarios y consumidores, sentando las bases para un crecimiento sostenido, cuyos beneficios lleguen a los distintos sectores de la población”, añadió Gutiérrez.
Entre los primeros perjudicados con el alto déficit del Gobierno se encuentran las personas y empresas que tienen crédito que ya comienzan a ver el incremento en las tasas de interés.
En el último año la tasa básica, un promedio de las tasas para ahorros, que se usa de referencia para préstamos, subió 1,55 puntos (entre abril del 2017 a abril del 2018).
El Gobierno presiona al alza las tasas de interés al competir con las entidades financieras por captar recursos.
El incremento que realiza la Reserva Federal de Estados Unidos en sus tasas de interés se suma también a las presiones para que las internas suban, lo cual afecta la inversión, la producción y el desempleo.
Para el economista Luis Mesalles, el otro reto importante que enfrenta la nueva administración tiene que ver con la recuperación de la senda de crecimiento económico y la reducción del desempleo.
“El anterior Gobierno tuvo la suerte de un entorno internacional favorable, y aun así la economía ha crecido menos que el promedio histórico del país, y además se viene desacelerando. A esta administración le tocará retomar las políticas que fomenten la competitividad del país, que el Gobierno anterior dejó olvidadas”, comentó Mesalles.
Respecto al mercado laboral, el investigador Juan Diego Trejos, considera que los últimos resultados de la Encuesta Continua de Empleo, al primer trimestre de este año, reflejan un deterioro en las condiciones pues hay una reducción, absoluta y relativa, de la fuerza de trabajo y de los ocupados, con aumento del desempleo al 10,3%, el mayor en cuatro años, acompañado de un deterioro en los ingresos reales provenientes del trabajo.
“El deterioro de los ingresos de los hogares también promueve una mayor incorporación de los jóvenes y mujeres, pero ello puede hacerse a costa de completar la formación necesaria para una inserción de calidad”, comentó Trejos.
Para Mesalles, al nuevo Gobierno le tocará hacer otro tipo de reformas para buscar aumentar el empleo en zonas rurales y para jóvenes.
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El nuevo Gobierno recibe estabilidad en dos indicadores importantes para la población: la inflación y el tipo de cambio.
Respecto a la inflación, se mantiene dentro del rango meta previsto por el Banco Central, entre 2% y 4%.
El economista José Luis Arce, prevé que en el caso de la inflación, el Banco Central seguirá concentrado en mantenerla baja tal cual señala su mandato legal.
Estima que la política monetaria sería mesurada y conservadora, cargando el peso del ajuste en el caso de que no se dé un cambio en el frente fiscal, por lo que los riesgos inflacionarios internos son bajos.
“Eso sí, hay que tener presente que el entorno internacional, a diferencia del Gobierno anterior, presenta mayores presiones inflacionarias, eso significa que la tendencia alcista observada en los últimos meses se mantendrá, aunque moderada”, comentó Arce.
Mientras que en el mercado cambiario, el precio de la divisa sigue estable, sostenida en diferentes momentos por la intervención del Banco Central, según señaló Gutiérrez.
El nuevo Gobierno recibe un Banco Central con suficientes recursos, con reservas de $8.278 millones, lo cual alcanza para cubrir casi siete meses de importaciones.
Este monto de reservas fue alimentado este año, principalmente por el desembolso del crédito de apoyo a la balanza de pagos suscrito por el Banco Central con el Fondo Latinoamericano de Reservas por $997,8 millones que deberá pagar el nuevo Gobierno en tres años.
Para Arce, el nuevo presidente del Banco Central, Rodrigo Cubero, que tomará el cargo a partir de agosto, probablemente sea más consistente en su manejo cambiario y su declaración de operar bajo un esquema de metas de inflación.
“En ese sentido, sin ser insensible completamente a la volatilidad o a las presiones para que la moneda se aprecie o se deprecie fuertemente en periodos cortos, percibo un Banco dejando más margen para la flexibilidad en el mercado de divisas”, comentó Arce.
Añadió que eso no significa que espere una depreciación o apreciación fuerte, lo que implica es que se permitiría más flotación.
Arce externó su preocupación de que la incertidumbre del ajuste fiscal pueda generar presiones cambiarias, especialmente en un escenario en donde los portafolios de los agentes económicos están particularmente concentrados en el corto plazo.