Las esperanzas de tener una vacuna contra la covid-19 radican en su capacidad de frenar la pandemia y permitirnos volver a la normalidad que existía antes de 2020.
¿Hasta qué punto podrá lograrse eso? ¿Cuánto tiempo tomará? ¿Cuántas personas de una población deben estar vacunadas para crear inmunidad rebaño y proteger a quienes no se vacunaron?
No es fácil responder. De hecho, en este momento no hay respuesta para ninguna de esas preguntas.
Especialistas en vacunas, virología y atención de emergencias de la Organización Mundial de la Salud (OMS) explicaron este viernes las razones.
La novedad de los productos experimentales, la dinámica propia del virus SARS-CoV-2 (causante de la enfermedad) y las características de cada sistema inmunitario forman parte de un complejo engranaje que dificulta ver claro el panorama.
A esto se le debe sumar que no hay un solo tipo de inmunidad. Por un lado está la que alcanza cada persona vacunada y, por otro, el que alcanza una sociedad o grupo de población cuando un porcentaje de sus miembros son vacunados.
Y el asunto se complica aún más, porque cada uno de nosotros tiene más de un tipo de inmunidad. Entonces, depende de cómo actúen las inmunidades individuales en sumatoria para ver cómo se construye y actúa la inmunidad colectiva.
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Primer traspié: vacunas aún experimentales y muy nuevas
El primer obstáculo para saber cómo nos protegerán las vacunas son las vacunas mismas. Recordemos que estas aún se encuentran en fase experimental, y que, aunque el desarrollo de varias de ellas va muy avanzado, ninguna ha terminado esta etapa ni tiene aval de ningún organismo regulador.
“Sabemos que una vacuna funciona si tiene la capacidad de proteger de infecciones futuras”, destacó Katherine O’brien, directora del Departamento de Inmunizaciones, Vacunas y Biológicos de la OMS.
Sin embargo, lo que tenemos hasta el momento son datos vistos solo en ensayos clínicos que nos hablan de la eficacia, pero no necesariamente de su efectividad.
En sencillo: la eficacia de una vacuna está relacionada con la cantidad de infecciones que se desarrollan en el tiempo en el que están en ensayos clínicos, cuando las personas reciben un seguimiento, se les coloca la vacuna experimental en las fechas correctas y se les compara con personas que no la recibieron.
En otras palabras, la información compartida por las farmacéuticas hasta el momento (por ejemplo, Pfizer con un 95% o Moderna con un 94,5%) se refiere a eficacia y no a efectividad.
Entonces, ¿qué es efectividad? Es lo que sucede cuando la vacuna llega al “mundo real“ y se pone en las personas que la requieren y no en grupo controlado. En ese mundo real las personas pueden tener miles de factores que les impidan inyectarse las dosis en las fechas exactas y no hay un monitoreo tan cercano.
En la gran mayoría de los casos, la efectividad de las vacunas es más baja que su eficacia.
“La eficacia nos dice que esa vacuna funciona, la efectividad nos dice si podemos llevarle la eficacia a la gente”, resumió el epidemiólogo Marcel Tanner, en conferencia de prensa.
La novedad de estos productos también influye.
“Las vacunas de ARN mensajero, como las que anunciaron una eficacia de más del 90%, solo tienen unos dos meses de haber sido aplicadas en las personas y de que se les da seguimiento. No sabemos si esta eficacia bajará tiempo después”, recalcó Soumya Swaminathan, científica en jefa de la OMS.
Y aun cuando una vacuna sea altamente eficaz y efectiva, hay otros aspectos. Por ejemplo, con una eficacia del 95%, un 5% recibiría la vacuna y no le funcionaría; enfermaría y podría enfermar a alguien.
O’brien puntualiza: “hay muchas preguntas, ¿previene de que las personas enfermen y desarrollen síntomas o realmente previene una infección? ¿Si me previenen de la enfermedad, pero yo sí adquiero la infección, podría transmitirla a alguien más? ¿Si me enfermo me protegerá de complicaciones? ¿Cuánto ayuda a eliminar nuevas infecciones?”
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Virus oportunista
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Mike Ryan, jefe de Atención de Emergencias de la OMS, está preocupado por las características del virus y su comportamiento.
“Es un virus muy oportunista. No se transmite de forma uniforme. No es tan fácil como tener una barrera de personas vacunadas que hará que no se esparza más”, expresó.
“El 20% de las personas dará origen al 80% de los casos, habrá quienes no transmitan nunca, pero portadores que en cierto tipo de eventos podrían transmitirlo a muchas personas. No basta con vacunar si no saber dónde están quienes más podrían infectar o las circunstancias que motivan más contagios”, añadió.
Por eso es que, según Ryan, no se puede decir que al vacunar a una mayoría de personas un país vaya a alcanzar la inmunidad rebaño, porque a lo interno podría haber zonas con menos cobertura que le permitan el paso al virus.
O’brien complementa: “el mundo tiene una de las mayores coberturas de vacunación contra el sarampión, y vemos casos todos los años. No es ver si en un país hay un 90% de cobertura, es ver si hay zonas con cobertura mucho menor, porque ahí se desarrollan los brotes”.
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Persona a persona
Supongamos que, por su trabajo o por factores de riesgo, usted fue seleccionado para vacunarse contra la covid-19.
La forma en la que su sistema inmunitario reaccione es clave en cómo funcionará la inoculación.
Aunque tienen mecanismos diferentes para lograrlo, todas las vacunas en desarrollo tienen el mismo principio: que si la persona se expone al SARS-CoV-2, no se infecte.
Y aquí entra el sistema inmunitario en acción.
Nuestro cuerpo produce dos tipos de inmunidad: la innata y la adaptativa.
La innata se activa cuando el organismo es infectado. La adaptativa se activa después, soportar la lucha contra la infección.
A su vez, hay dos tipos de inmunidad adaptativa, la humoral (producción de anticuerpos que neutralizan al virus) y la celular (que activa una respuesta contra el virus y lo ‘memoriza’ para reconocerlo después).
Cuando nos vacunamos se requiere una dosis específica para generar la protección. Por eso es que, en el caso de las que tienen dos dosis, es necesario completarlas.
Una vez que se complete el esquema se necesitan entre 14 y 28 días para que los anticuerpos se formen. Antes de eso, la persona será vulnerable a una infección. Es decir, sí podría enfermar si entrara en contacto con el virus un día después de la segunda dosis.
Luego, se debe ver por cuánto tiempo permanecen estos anticuerpos y ver cómo influyen en las células de defensa.
“Es normal que los anticuerpos bajen luego de un tiempo ¿pero quedarán los suficientes para evitar una infección? ¿Por cuánto tiempo? ¿Cómo funcionan en poblaciones específicas, como adultos mayores?”, subraya Swaminathan.
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Proteger al rebaño
La suma de las respuestas individuales a la vacuna ayudará a formar esa respuesta colectiva. La idea es que los vacunados protejan a los no vacunados. A esto se le conoce como inmunidad rebaño.
“Se crea porque donde hay tantas personas vacunadas a las que el virus no puede entrar, este pierde espacio hacia dónde infectar y su acción se va reduciendo”, explicó O’brien.
Ryan complementa: “nadie puede prometer erradicación del virus mientras no entendamos cómo funcionan las vacunas en el mundo real y cómo protegen. Incluso en poblaciones vacunadas hay riesgo de eventos de superdiseminación”.
O brien concluye: “hay quienes hablan de tener al 60% o 70% de personas vacunadas para alcanzar la inmunidad rebaño, pero se basan en modelos matemáticos de simulación. Lo que suceda en la vida real lo veremos en tiempo real conforme comience y avance la vacunación”.
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