¿Problemas respiratorios y fiebre? ¿Pérdida del olfato y cambios en el sentido del gusto? ¿Diarrea y vómito? ¿Cuáles son los síntomas que han presentado los costarricenses contagiados de covid-19?
La respuesta la dieron investigadores de la Universidad de Costa Rica (UCR) y del Instituto Costarricense de Investigación y Enseñanza en Nutrición y Salud (Inciensa) luego de evaluar la información de 18.974 personas que se infectaron del virus SARS-CoV-2 en Costa Rica, durante el año pasado.
El análisis concluyó que hubo 18 síntomas que se presentaban con más frecuencia al momento del diagnóstico de la enfermedad. Con base en ellos se conformaron siete perfiles.
Estos malestares, sin orden particular, son: dificultad respiratoria, secreción nasal, heces blandas, cansancio, cambios en el sentido del gusto, congestión nasal, pérdida del sentido del olfato, vómitos, diarrea, tos, fiebre y escalofríos.
También destacan dolores que pueden ser de garganta, musculares, de cabeza, de abdomen y articulares. Además, dolor y dificultad para tragar alimentos.
Hubo personas que no tuvieron manifestaciones al momento del diagnóstico, otras, en cambio, tuvieron más de siete.
En la muestra de casi 19.000 personas se detectaron 51 síntomas, pero algunos se registraron solo en uno o dos individuos, por lo que se consideró que podría tener una causa diferente, explicó a La Nación José Arturo Molina, del Centro de Investigación en Enfermedades Tropicales (CIET) de la UCR y coordinador del estudio.
Por esta razón, se estableció que los síntomas debían registrarse en al menos el 1% de los participantes (190 personas) para ser considerados. Así se determinaron los 18 síntomas.
“El estudio marca el comportamiento de la enfermedad antes de la vacuna. Será muy interesante ver si esto cambia cuando se tenga a la mayoría de la población vacunada”, agregó.
Aspectos evaluados
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Entre las 18.974 participantes en el estudio había personas de toda edad y de todo el país, con un resultado de laboratorio positivo por covid-19.
“Es muy relevante. Las poblaciones tienen genética diferente, hay estilos de vida diferentes de un país a otro. Las enfermedades infecciosas responden también a las condiciones de cada persona y al ambiente, por eso es importante investigarlo en Costa Rica”, manifestó Molina.
En un primer tamiz hubo 68.000 pruebas diagnósticas, pero la gran mayoría fueron negativas. Además, había personas a las que se le realizó más de un hisopado. Luego de depurar la muestra, quedó en 18.974.
También se determinaron los factores de riesgo de los participantes: hipertensión, diabetes, obesidad, enfermedades cardíacas, asma, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), embarazo y problemas en el sistema inmunitario, entre otros.
Además, se evaluó cómo se confirmó la enfermedad: si se hizo en laboratorios, si se realizó en un paciente ya hospitalizado y con sospechas del virus o si fue post mortem.
Asimismo, se analizó cuánta cantidad de virus (carga viral) tenían las personas al momento de la prueba.
Para 160 participantes se tenía disponible el análisis genómico del SARS-Cov-2, es decir, un estudio gen por gen del virus que lo infectó.
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Los siete perfiles
Como el estudio se basó en los síntomas al momento del diagnóstico, los perfiles se construyen según los síntomas y no según la gravedad de estos. No se contempla la evolución de la enfermedad ni cuán grave o letal fue en las personas.
A través de un programa de inteligencia artificial, se agruparon los enfermos con síntomas similares para crear los perfiles. La condición era que estos conglomerados debían agrupar al menos al 5% de los participantes. Es decir, tener 949 personas como mínimo.
Así se determinaron ocho grupos: los siete perfiles y uno más en donde se unieron todos los grupos con pocas personas.
“Hubo grupos de 18 personas, incluso de dos. Eso no es un perfil, por eso se ‘juntaron’ por aparte”, explicó Molina.
Hay seis malestares más frecuentes, que se ven (en mayor o menor medida) en cinco perfiles: tos, fiebre, dolor de cabeza, dolor de articulaciones, pérdida de olfato y cambios en el sentido del gusto.
El primer perfil son personas asintomáticas, conformado por 3.616 individuos (19,06%).
Aquí se incluyen a quienes nunca presentaron síntomas, a quienes no los presentaron al momento del diagnóstico (pero sí días después) y a quienes mostraron únicamente síntomas presentes en menos del 1% de los casos.
En los otros perfiles hay síntomas que se repiten, pero con diferentes distribuciones.
Estos son los perfiles de los costarricenses con covid-19
El estudio analizó 18.974 personas con la enfermedad que fueron contagiados durante 2020.
FUENTE: Medrxiv, José Molina, microbiólogo y bioinformático || INFOGRAFÍA / LA NACIÓN.
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Factores de riesgo no fueron determinantes
¿Hay algún perfil en el que sean más comunes los hipertensos, los diabéticos o los obesos? No.
“Cuando describimos los factores de riesgo, vemos que la sintomatología es totalmente variable sin importar si tengo presión alta, diabetes u otra condición. Yo, teniendo cualquier factor, igual podría ser asintomático, o estar en cualquier otro grupo”, puntualizó Molina.
El investigador clarificó que no se cruzaron factores de riesgo para ver qué pasaba, por ejemplo, en quienes tienen hipertensión y asma o hipertensión y diabetes, o tres o más enfermedades crónicas.
La sintomatología tampoco tuvo que ver con el genoma del virus. Las diferentes variantes analizadas estaban en todos los grupos.
“La llamada ‘variante tica’ está en todos los grupos. Todo está en todo, no podemos decir que cierta variante está relacionada con ciertos síntomas”, explicó el científico.
La cantidad de virus en cada persona sí fue decisiva. Quienes tenían menor carga viral (cantidad de virus en su tracto respiratorio) eran más proclives a ser asintomáticos.
En otras palabras, los asintomáticos tenían menores niveles virales.
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Inteligencia artificial como aliada
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Con una cantidad tan grande de expedientes por analizar, se requería de apoyo de inteligencia artificial.
“Les damos todos los datos a los algoritmos y estos van a leerlos y van a decir, ‘todos estos se parecen entre sí', y agrupan a todos los individuos por similitud sin que yo se lo hubiera sugerido”, explica Molina.
“Los algoritmos nos ayudan a estratificar los datos. Imagínese poder confirmar o descartar 18 síntomas para casi 19.000 personas”, añadió.
Esto también evita que el equipo incurra en sesgos y agrupe a placer lo que considere que debe ir en cada perfil.
“No tenemos a priori una clasificación. La gente usualmente no tiene un solo síntoma, tiene un ‘mix’. Si nos vamos con perfiles hechos a priori por nosotros se podría incurrir en sesgos”, enfatizó el científico.
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¿Por qué es útil este estudio?
Una de las mayores utilidades de esta investigación, según Molina, es que les dice a los profesionales de salud cuál es la “radiografía” de los síntomas en Costa Rica.
Con base en esos datos se tiene una definición más clara de cuándo un caso es sospechoso.
“No es solamente una estadística. Podría suceder, eventualmente, que con las variantes haya cambio de síntomas. Que se mantengan los respiratorios, pero se generen nuevos síntomas que requieran otra infraestructura hospitalaria y eso ayudaría a tomar decisiones”, dijo Molina.
Los perfiles podrían ayudar eventualmente a los médicos a ubicar a sus pacientes en cada grupo, y con base en eso, tomar decisiones.
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¿Qué sigue?
Estos resultados son preliminares y fueron divulgados en una publicación preimpresa en el portal medRix, una plataforma donde se comparten las conclusiones preliminares de las investigaciones científicas.
El documento aún no ha sido revisado por pares, es decir, por un grupo de expertos en la materia que lo analizan y garantizan su veracidad, confiabilidad, integridad y consistencia.
Este paso se hará próximamente para su publicación en una revista científica, pero por su utilidad, los resultados preliminares se comparten antes
Molina y su equipo saben que este estudio es más bien la “primera entrega” de otras muchas en las que se evaluarán diferentes características de covid-19 en la población costarricense.
Este análisis toma en cuenta la población en etapa prevacunación. Los datos actuales, con una inoculación en aumento, son material para el futuro.
“Esperamos, a inicios de 2022, hacer otro análisis para ver cómo han cambiado las cosas ya con población vacunada”, especificó Molina.
A futuro, se verá cómo entran en juego las nuevas variantes del virus. De momento, con las que han surgido no se han visto cambios en la sintomatología, pero podrían darse con futuras variantes.
Uno de los puntos pendientes es la genética de los ticos. Esto no se ha analizado y por limitaciones de logística y recursos difícilmente podría tratarse en un futuro.
“Ahí podríamos saber si hay predeterminaciones y susceptibilidades genéticas que podrían generar una u otra sintomatología. También se sabe que una versión de algunos genes está relacionada con mayor carga viral”, concluyó el especialista.
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