Jose Ricardo Solís Alpízar comenzó con problemas de hígado graso hace aproximadamente unos 11 años. Este órgano no solo acumulaba grasa, también tenía inflamación. Esto, poco a poco, lo llevo a formar cicatrices y, tres años después, el paciente presentó cirrosis.
Más en el último año, su situación empeoró, pues el señor enfrentó cinco sangrados masivos que ponían en riesgo su vida.
“Eso fue traumático, eran sangrados muy grandes por la boca. Cuando uno bota sangre en cantidades importantes, eso asusta. Fueron cinco en menos de un año, con uno quedé anémico, y, con los otros estuve muy cerca de tener anemia”, recuerda este vecino de Lourdes de Montes de Oca.
Su condición era preocupante, ya que sangrados como estos complican mucho la situación del paciente.
“Cada vez que se provoca un sangrado la persona tiene un riesgo un 10% mayor de morir, ya él llevaba cinco, uno más significaba que tenía más posibilidades de morir (60%) que de sobrevivir”, explicó Pablo Coste Murillo, gastroenterólogo y hepatólogo.
El pasado 26 de febrero este hombre de 56 años se convirtió en la segunda persona en recibir un procedimiento especial llamado TIPS (por sus siglas en inglés) en el Hospital Calderón Guardia para poder contener su situación y reducir riesgos de sangrado.
“Esta técnica no es curativa, a él no se le cura la cirrosis por esto. Se trata de un procedimiento que busca disminuir la posibilidad de sangrado y controlar los síntomas mientras se pueda realizar un trasplante de hígado”, detalló Coste, quien fue parte del equipo de especialistas que realizó este procedimiento.
De acuerdo con el médico, la nueva alternativa médica es una esperanza para muchas personas que padecen del hígado, pues la tasa de donación de este órgano es baja. En este momento hay 40 personas en lista de espera en el país, pero, por ejemplo, solo en el Calderón hay 800 pacientes con problemas en el hígado. De ellos un 20% (unos 150) deben valorarse para ver si son candidatos de un trasplante.
“Este programa ya en forma tiene un mes y ya tenemos cinco candidatos, la semana entrante vamos a hacer uno más”, destacó Coste.
El problema
Para entender cómo funciona este procedimiento primero debemos entender cómo funciona la cirrosis, pues este tratamiento solo se aplica en ciertos casos muy específicos de la enfermedad.
Cada vez que el hígado sufre una lesión, ya sea por enfermedad (como el hígado graso de Solís), consumo excesivo de alcohol u otra causa, intenta repararse a sí mismo. En el proceso, surgen cicatrices.
A medida que la cirrosis avanza, se forman cada vez más tejidos de cicatrización y estos tejidos se vuelven duros, lo que dificulta cada vez más el paso de la sangre.
El hígado tiene muchas funciones en el cuerpo, pero una de ellas es limpiar y almacenar toxinas.
Cuando los tejidos cicatrizados del hígado son tantos e impiden el paso de la sangre para liberarla de toxinas, estas se acumulan en una vena llamada porta y aumentan la presión sanguínea en esta vena. A esto se le conoce como hipertensión portal.
Si el problema evoluciona se pueden crear várices o venas agrandadas en el esófago y estómago. Si estas venas reciben aún más presión pueden explotar y ocasionar sangrados como los vistos en Solís.
“El hígado también se llena de líquidos, y se inflama –proceso llamado ascitis– y esto complica el cuadro”, apuntó Coste.
Este problema usualmente se corrige con medicamentos o con endoscopías, pero hay casos en donde el paciente no reacciona a este tratamiento convencional y se tienen que buscar otras opciones.
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La solución
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Muchos pacientes que no reaccionan a la terapia convencional no pueden esperar mucho tiempo antes de un trasplante de hígado, por lo que necesitaban un proceso “puente” que les permitiera alargar su vida, su calidad de vida y sus posibilidades de trasplante.
Este nuevo procedimiento consiste en introducir, a través de la vena del cuello (que está “conectada” al hígado), un catéter. Mediante este catéter se llega a donde está el problema y se coloca un stent (un cilindro metálico) que permita el flujo de sangre hacia el hígado y de allí al corazón. Con esto se baja la presión en la vena porta y se disminuyen las secuelas.
El procedimiento no requiere anestesia general, solo local y puede durar entre dos y cinco horas. Después de eso el paciente permanece de 24 a 48 horas en observación y puede irse para su casa.
En este proceso participan profesionales de la salud de ramas muy diferentes como radiología intervencionista, gastroenterología, hepatología, cirugía hepatobiliar, anestesia, enfermería y diferentes técnicos. Además, cada caso es seguido de cerca por personal de nutrición y farmacia.
“La posibilidad de nuevos sangrados baja a menos de un 10%”, aseguró Coste.
Solís complementó: “antes de que me sometieran a esto me dijeron que mis posibilidades de otro sangrado eran como del 90%”.
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En recuperación
Solís aseguró que se siente bien y que tiene una vida completamente normal.
Coste sostuvo que también así le sucedió al primer paciente sometido a este procedimiento, en julio del año pasado.
Su caso fue muy diferente al de Solís, a quien se le programó este procedimiento. En cambio, el primer paciente se trató de una emergencia.
Esta otra persona tiene 36 años y durante mucho tiempo tomó mucho licor. Aunque llevaba dos años sin ingerir alcohol, el daño ya estaba hecho.
En su caso hubo un sangrado en la sala de emergencias y el procedimiento fue para salvar su vida. En este momento ya está recuperado y en lista de espera para un nuevo hígado.
Para el director del Hospital Calderón Guardia, Taciamo Lemos, esta nueva alternativa médica es parte de una estrategia mayor que también incluye la posibilidad de que especialistas se formen en Corea para obtener mayores conocimientos de las últimas técnicas de trasplante con donante vivo y que este tipo de cirugía se realice nuevamente en el centro hospitalario.