La primera alerta internacional se dio el 31 de diciembre y desde esa fecha, el nuevo coronavirus 2019-nCoV suma cerca de 900 casos. Además, ya se ven pacientes en tres continentes: Asia (China, Tailandia, Corea del Sur, Vietnam, Nepal y Japón), América (Estados Unidos) y Europa (Francia). Esto, sin mencionar las personas con síntomas sospechosos.
Aunque por ahora la tasa de letalidad (es decir, su capacidad para matar) es menor que la de sus predecesores SARS y MERS, y la capacidad de contagio también es más dificultosa, han surgido una serie de dudas en las que los científicos trabajan a toda máquina para comprender mejor al nuevo enemigo.
La primera tiene que ver con el período de incubación. Esto es: ¿cuánto tiempo pasa desde que el patógeno infecta a la persona y que esta muestre los primeros síntomas? Determinar esto es decisivo, porque muchos pacientes podrían estar llevando una “vida normal” mientras el virus se incuba y muestra síntomas, pero, están en riesgo de infectar a otra gente.
Por lo visto hasta ahora, este período de incubación oscilaría entre siete y 10 días, sin embargo, se toman precauciones incluso a 14 días antes del registro de los síntomas.
El asunto de la infección persona a persona se torna complicado dado que no todos los sujetos muestran exactamente los mismos síntomas ni en la misma intensidad. Un estudio publicado este viernes en la revista The Lancet indicó que hay individuos que no desarrollan síntomas (aunque eventualmente podrían contagiar). Además, puede causar hospitalizaciones en personas anteriormente saludables y sin enfermedades crónicas de fondo (como diabetes, hipertensión, asma u otros males respiratorios).
Para ahondar en esto, los investigadores se enfocaron en 41 pacientes hospitalizados con el mal en Wuhan. El número puede parecer pequeño, pero según los autores, es suficiente para tener una primera fotografía.
Variedad de síntomas
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El estudio en The Lancet indicó que uno de los retos para estudiar el virus, así como para su diagnóstico y tratamiento, es que no todos los casos registran los mismos síntomas.
Quienes fueron internados sí registraban neumonía (inflamación de los pulmones). Además de eso, el 98% tenía fiebre, el 76% tos y el 44% fatiga. Pero, por ejemplo, la dificultad para respirar fue experimentada en el 55%, y el dolor de cabeza fue sentido en el 8% de las personas.
“Aún cuando tiene síntomas similares a los del SARS (fiebre, tos, dificultad respiratoria), sí hay importantes diferencias, como que no hay síntomas en las vías respiratorias superiores (como nariz trancada o exceso de mucosidad), ni estornudos, ni dolor de garganta. Tampoco fueron tan comunes síntomas digestivos como la diarrea (vista solo en el 3,1% de quienes tienen 2019-nCoV), cuando con el SARS esto se veía en el 20% al 25% de las personas”, subrayó en un comunicado de prensa Bin Cao, autor principal del reporte.
Los casos complicados también se manifestaron de formas muy distintas. En el grupo estudiado, el 32% necesitó de la Unidad de Cuidados Intensivos, pero el 68% fue dado de alta menos de dos semanas después de su llegada.
Esto lleva a los investigadores a no entender aún cómo actúa el virus en el organismo humano. Por lo mismo, la mortalidad se hace difícil de comprender.
“Es muy difícil entender la mortalidad asociada con este virus porque aún es nuevo, y nosotros solo estudiamos a quienes necesitaron hospitalización, no analizamos ni casos moderados ni los que estuvieron asintomáticos del todo”, aclaró Lili Ren, coautora del documento.
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Transmisión de persona a persona
Otras de las interrogantes en las que trabajan los científicos es cuán fácil o complicado es para el virus transmitirse de persona a persona.
The Lancet publicó este viernes otro estudio donde los investigadores hicieron un análisis genético y revisaron a una familia en la que siete de sus miembros llegaron al hospital con una neumonía inexplicable.
Cinco de estas personas habían visitado recientemente Wuhan, la ciudad donde se originó el nuevo coronavirus. Una de ellas no viajó a Wuhan y fue infectada por quienes sí fueron allá. Otro integrante de la familia también ingreso con síntomas respiratorios al hospital, pero no portaba el virus.
Junto con estas personas, dos niños también viajaron a Wuhan. Uno no fue infectado. Su madre indicó que él había utilizado una mascarilla mientras estuvo en el lugar. El otro menor sí tenía el virus, pero nunca mostró síntomas.
“Dado que infectar cuando no se tienen síntomas parece posible, para controlar la epidemia es necesario aislar no solo a los pacientes, también buscar a las personas con las que tuvieron contacto tan pronto como sea posible”, indicó a la prensa Kwok-Yung Yuen, coordinador de la investigación.
Por lo pronto, las seis personas hospitalizadas con 2019-nCoV contínuan en aislamiento, pero permanecen estables.
No obstante, aún hay que estudiar más este tema, dado que usualmente la capacidad de contagio es menor que en otros virus como la influenza o el sarampión, donde cada persona podría infectar a seis. En este caso se cree que la capacidad sería más reducida, pero, al tratarse de un nuevo virus, aún hay mucho por conocer.
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¿Proviene de serpientes? Algunos investigadores tienen sus dudas
El miércoles pasado, un grupo de científicos liderado por Wei Ji, microbiólogo del Centro de Salud de la Universidad de Pekín, buscaron la posible fuente de cómo este virus llegó a los humanos.
Según los autores, las serpientes Bungarus multicinctus y Naja atra (o cobra china) eran vendidas en el mercado de mariscos de Wuhan donde se cree se originó el virus.
“Si se toman todas ellas, las serpientes serían el reservorio más probable del 2019-nCoV”, indico en su reporte, en la revista Journal of Medical Virology.
No obstante, otros científicos no están convencidos de esto. En un comentario en la revista Nature, David Robertson, virólogo de la Universidad de Glasgow, en el Reino Unido, señaló que es muy difícil que el 2019-nCoV tuviera tanto tiempo de estar infectando a otro tipo de reservorio animal como para que cambie tanto su genoma y pueda dar un “salto” a infectar humanos.
Paulo Eduardo Brandão, virólogo de la Universidad de Sao Paulo en Brasil es de la misma opinión.
“Ellos no tienen evidencia de que una serpiente haya podido servir de reservorio. No hay evidencia consistente de que los coronavirsus se alojen en animales que no sean mamíferos o aves", afirmó Brandao a Nature.