
Desde 2011, científicos y buzos detectaron barriles metálicos corroídos en el fondo del océano cerca de la costa californiana. Algunos estaban rodeados por aureolas blancas, lo que generó sospechas sobre su contenido.
En un principio se pensó que contenían DDT, un pesticida prohibido. Sin embargo, nuevas pruebas demostraron otra causa.
Una investigación publicada el 9 de setiembre en la revista PNAS Nexus encontró que varios de estos recipientes contienen residuos alcalinos cáusticos, sustancias altamente básicas que elevan el pH del entorno a niveles extremos, cercanos a 12. Esto equivale al pH de la lejía doméstica.
Estos residuos provocaron la formación de un entorno marino inhóspito para la mayoría de las especies. Solo sobreviven microorganismos adaptados, similares a los que habitan en fuentes hidrotermales profundas. Para el resto de la fauna, el área cercana a los barriles es prácticamente inhabitable.
El descubrimiento se realizó gracias a vehículos submarinos operados remotamente, que tomaron muestras en distintos puntos alrededor de cinco barriles. Tres de ellos estaban rodeados por los halos blancos. Las pruebas revelaron niveles elevados de DDT en los sedimentos, pero los investigadores descartaron que este pesticida causara las aureolas.
Los científicos atribuyeron el fenómeno a una reacción química entre el residuo alcalino y el magnesio presente en el agua, lo que generó brucita. Este mineral se disolvió con el tiempo, dejando depósitos de carbonato de calcio visibles alrededor de los barriles.
La autora principal del estudio, Johanna Gutleben, aseguró que hasta ahora solo habían buscado pesticidas como el DDT. Afirmó que quizás es momento de analizar otros tipos de residuos.
La Agencia de Protección Ambiental (EPA) documentó que, entre las décadas de 1930 y 1970, múltiples industrias lanzaron al océano residuos químicos, explosivos militares, subproductos petroleros y materiales radiactivos. En total, se han mapeado cerca de 25.000 barriles en la zona, aunque solo una tercera parte muestra aureolas.
Los científicos aún desconocen la composición exacta de los residuos y el alcance total de la contaminación. Consideran que el impacto ambiental podría extenderse durante miles de años, ya que los residuos alcalinos son contaminantes persistentes.
Mientras tanto, los esfuerzos se concentran en el DDT. Los investigadores buscan microorganismos capaces de degradarlo, ya que una limpieza física del lecho marino resultaría impráctica y peligrosa, debido al riesgo de dispersar más contaminantes.
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