Fotografiar un ave que aletea 90 veces por segundo no es tarea sencilla. Y de eso dan testimonio Cindy Walpole, Chuck Fritsch y Julio Peña, quienes han dedicado nueve años de su vida a capturar con sus cámaras el encanto de las 52 especies de colibríes que surcan el cielo costarricense.
Con sus colores iridiscentes o que cambian de tonalidad según el ángulo de luz, estos pequeños pájaros serán los protagonistas de una nueva exhibición en el Museo Nacional de Costa Rica, a partir de este jueves 24 de mayo, a las 6 p. m., y hasta el 22 de agosto.
“Colibrí, joya entre flores”, como fue denominada la muestra, ofrecerá al público 34 imágenes artísticas de estos tres fotógrafos, quienes, para lograr su cometido, recorrieron el territorio nacional de punta a punta, por montañas y playas.
“Todas las fotografías fueron tomadas en diferentes partes del país. Existen especies de colibríes que habitan en muy distintos microclimas, algunos viven en la playa, otros en hasta 3.500 metros de altura; algunos están restringidos a una cadena montañosa específica, otros a un lado de la división continental, están también los que cambian de altitud con las estaciones y migran” explicó Walpole, costarricense radicada en Estados Unidos, quien junto con su esposo Fritsch (de origen estadounidense) emprendió este proyecto en el 2009.
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Julio Peña, también tico y hermano de Walpole, pronto se les unió en la aventura y así formaron un equipo bajo el nombre de Focus Frog que no ha escatimado esfuerzos para retratar a los colibríes en sus distintos ambientes.
En ocasiones, estos “tres mosqueteros” hasta debieron contratar aviones particulares para llevar el equipo y llegar a recónditos lugares.
Muchas veces, también les tocó lidiar con la frustración y marcharse con las manos vacías, ante la ausencia de los apetecidos pájaros o debido a condiciones climáticas adversas, relataron a La Nación.
¡Hasta 2.000 disparos!
“Para conseguir la foto apropiada de cada colibrí, es necesario disparar unas 2.000 veces la cámara. Fotografiamos a la sombra y configuramos el equipo para que tome una imagen completamente negra con la luz ambiental. Luego agregamos hasta 14 luces de muy baja potencia que controlamos a través de un transmisor de radio”, detalló Walpole, al hablar de la técnica empleada.
Pero el asunto no termina con el trabajo de campo. Al regresar de las giras, invierten días, incluso semanas, en la misión de elegir la imagen, procesarla en la computadora y darle “ese toque especial” que la hace ver como si fuera una pinturas, agregó Fritsch.
Luego, acompañan las obras con una descripción científica de cada colibrí, su nombre popular, la zona geográfica en donde se dejó ver y otros datos relacionados con su anatomía, tipo de alimentación, período de incubación y hábitos particulares.
Muchas son las curiosidades que acompañan a estas criaturas. Por ejemplo, se sabe que es la hembra la encargada de elaborar el nido, criar y alimentar a los pichones que siempre son dos, mientras que el macho solo copula y se aleja, comentó en un comunicado de prensa Ghisselle Alvarado, ornitóloga del Museo Nacional al referirse a la exhibición.
“Otro aspecto importante de mencionar es que, dado que son polinizadores, en muchas especies han existido una evolución conjunta entre ellos y las plantas, de esta forma los picos de las aves muestran una anatomía totalmente adaptada a la forma de la corola de la flor que polinizan. Este fenómeno es un caso de lo que conocemos como coevolución positiva”, añadió la especialista.
Según Alvarado, la familia de los colibríes es la segunda más diversa de Costa Rica con 52 especies. Comprenden casi un 6% de la diversidad de aves del país.
Encantadores
Para Walpole, Fritsch y Peña, es difícil decir cuál de todos los pájaros fotografiados es el más impresionante, pues cada uno tiene su propio encanto.
Sin embargo, Walpole destacó al llamado “Amazalia Manglera”, endémico en Costa Rica. “Este colibrí es un tesoro en peligro de extinción, debido a la afectación de los manglares de la costa pacífica. Se cree que quedan menos de 10.000 en la naturaleza(...) Después de muchos años de búsqueda, tuvimos la suerte de encontrar uno en el patio trasero de un amigo, en Paquera, Puntarenas”, escribieron los fotógrafos al pie de la imagen que muestra a dos ejemplares de esta especie.
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El objetivo de los tres artistas con esta exhibición (que por cierto ya fue vista en Nueva York y Washington en Estados Unidos y en Moscú, Rusia) es crear conciencia sobre la importancia de proteger estas joyas aladas de la naturaleza.
Los interesados, además, podrán adquirir una copia de la foto que más les llame la atención para disfrutarla en sus hogares u oficinas.
Quienes deseen obtener más información sobre la muestra (que estará abierta al público durante tres meses) y el trabajo de estos fotógrafos, pueden visitar los sitios: www.focusfrogstore.com y www.museocostarica.go.cr