Un motor del tamaño de una moneda no tiene la misma sensualidad de un poderoso cohete con cantidades exorbitantes de empuje que logra escupir una dragonesca lengua de fuego.
Los grandes satélites que se encuentran en órbita geoestacionaria, a unos 36.000 kilómetros sobre la superficie terrestre, son estructuras contundentes de unas cuantas toneladas de peso y con dimensiones similares al de un autobús. Para estas naves, contar con propulsores químicos como los de un cohete Space-X para darles dirección, no representa un sobresalto más dramático que ver a una mosca volar.
Pero un satélite como el que Costa Rica lanzó el 2 de abril del 2018 al espacio carece de propulsores para su minúsculas dimensiones de 10 centímetros cuadrados. Conocidos como picosatélites –o su nombre comercial CubeSat– están limitados a una volar altura de 420 kilómetros sobre la tierra. Su bajo costo hace que cumplan su misión en unos siete meses y, luego de terminar su tarea, lentamente caen hacia la tierra mientras se queman al reingresar a la atmósfera en una especie de requiem de fuego.
En la actualidad, en el Massachussetts Institute of Technology (MIT), se trabaja en un sistema de propulsión tan pequeño como una moneda de ¢25 que expulsa iones (partículas con carga positiva) y logra que una nave como el CubeSat tico se propulse a la dirección deseada.
El costarricense Marco Gómez, investigador del Tecnológico de Costa Rica (TEC), colaboró con los científicos David Krejci y Paulo Lozano del Laboratorio de Propulsión Espacial (SPL) del MIT, en un artículo donde se reporta el uso de modelos por computadora. El objetivo es estudiar y entender la eficiencia de motores que utilizan un sistema de propulsión por medio de la atomización (o spray) de iones que pueda servir para empujar una nave hacia adelante.
Esto daría pie a poder fabricar sistemas de propulsión especiales para picosatélites como el que lanzamos en abril anterior. Este hecho sería un paso gigante hacia la exploración del espacio a bajo costo.
Este tipo de motores permitiría maniobrar los satélites y evitar que caigan hacia la tierra, manipularlos en el espacio y hasta realizar vuelos en formación de varios CubeSats.
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El movimiento requiere de una sustancia que sirva de propulsor. La propuesta del MIT es utilizar componentes extremadamente compactos que sirvan para emitir los iones. La ventaja de esta propuesta que hace el MIT es que un modelo de tamaño pequeño podría lograr que, con apenas unos gramos de propulsor, la nave pueda impulsarse hasta varios meses.
”La mayor desventaja que tienen los CubeSats ahora mismo es que cuando son posicionados en órbita, no tiene manera de controlar su posición”, indica Gómez, quien además fue director de proyectos del Setec-Lab, unidad que lanzó el primer satélite costarricense al espacio. “Una vez que el sistema de propulsión por iones sea perfeccionado, vamos a tener CubeSats que puedan ir a la Luna, Marte y a otros planetas en nuestro Sistema Solar", agrega.
Se espera que el trabajo conjunto entre Miguel Gómez y los miembros del SPL del MIT sirva para consolidar colaboraciones entre el Tecnológico de Costa Rica y el Massachussetts Institute of Technology.