Pocas cosas ejemplifican mejor el peligro que representan la desinformación y las creencias fantasiosas que la muerte.
Ese es el caso de una mujer en Texas que (de acuerdo con su familia) murió de coronavirus unos días después de postear en Facebook una teoría de conspiración, según la cual el virus es una “farsa” de la prensa y el gobierno para controlar a las personas.
Según el texto de la mujer, mismo que ha sido compartido por muchos en redes sociales, lo único que se necesita para el coronavirus es lavarse las manos, “sentido común, sentido de dirección, fe, voluntad para luchar y por supuesto armas.”
De igual forma, un pastor evangélico en Virginia murió este mes después de desafiar las medidas de distanciamiento social e insistir en dar sermones porque en su opinión “Dios es más grande” que el virus. Su esposa también se contagió.
Tras la muerte del pastor, su hija hizo un llamado público a “entender la severidad y seriedad” de la epidemia.
En otra muerte relacionada con desinformación, una pareja en Arizona tomó una medicina después de ver al presidente Trump en televisión diciendo que daba buenos resultados contra el virus. Esto pese a que múltiples expertos médicos han advertido que no se han hecho estudios y que nadie debe automedicarse.
Ambos empezaron a sufrir reacciones media hora después de tomar la medicina y el hombre murió. “No crean nada de lo que dicen el presidente y su gente… Llamen a su doctor”, dijo después la mujer.
En otros países las consecuencias de la desinformación incluyen la quema de torres de telefonía celular 5G en Inglaterra y Holanda, debido a teorías de conspiración sin fundamento según las cuales dicha tecnología facilita el contagio de coronavirus.
La firma de monitoreo News Guard ha encontrado sitios diseminando información falsa para obtener ganancias, como que el suministro de alimentos se está agotando en EE.UU. (para poder vender suscripciones a paquetes de comida), o que funcionarios de gobierno están contagiando a la gente (para vender máscarillas de “tipo militar”).
Las noticias falsas sobre el coronavirus empezaron a circular prácticamente desde que se empezó a hablar del virus y Costa Rica no ha sido la excepción.
El caso de Costa Rica
Para mediados de abril, la sección #NoComaCuento había desmentido al menos 45 casos de información falsa que resultan interesantes de analizar, bajo el entendido que no son representativos de la totalidad de datos falsos que circulan en el país (sobre los cuales no se conoce un informe exhaustivo).
Una cuarta parte de los casos se refiere a formas falsas de evitar contraer el virus o de curarlo, y en su mayoría repiten las mismas falsedades ya ampliamente desmentidas por las autoridades nacionales e internacionales de salud. Por ejemplo, que el virus se queda en la garganta durante varios días, que exponerse al sol lo mata y una larga serie de ocurrencias más.
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Esta es la categoría de desinformación que quizá puede tener consecuencias más directas sobre la salud de las personas y se ha advertido activamente a la población al respecto.
Llama la atención que el grueso de los casos publicados (seis de cada 10) han sido informaciones falsas creadas en Costa Rica (o al menos haciendo referencia muy específica a instituciones nacionales) con tinte político, puesto que su objetivo es hacer parecer la situación mucho peor de lo que es.
Algunos lo hacen con mentiras que buscan generar pánico dando la falsa impresión de caos. Ejemplos son la falsa construcción de una fosa común, el supuesto colapso inminente de Internet o el reclutamiento (inexistente) de personas para vigilar las fronteras.
Otros lo hacen con mentiras para crear desconfianza y frustración hacia las autoridades, por ejemplo inventando supuestos planes contra las libertades fundamentales de las personas y haciendo falsos ofrecimientos de comida u otros beneficios.
Una pequeña parte de las informaciones falsas son intentos de estafa, como el caso de bonos (inexistentes) de las Naciones Unidas y el gobierno, o teorías de conspiración originadas y ya desmentidas en otras latitudes, como que el virus supuestamente fue creado como arma biológica en un laboratorio.
Aunque en el país no han trascendido casos de muertes y destrucción de bienes públicos en los que desinformación y las creencias fantasiosas fueran determinantes, queda claro que no basta con campañas de concientización contra las noticias falsas. También deben desplegarse esfuerzos para investigar, documentar y entender de forma más sistémica y a nivel nacional el origen del grueso de estas informaciones y su grado de penetración.
Lo contrario sería igual a combatir a un enemigo con los ojos cerrados.