Al ritmo de la campaña electoral, los diputados ya tenían listo el ataúd en que meterían el proyecto de renta global dual, el principal plan tributario de la agenda del FMI.
Le saluda Esteban Oviedo, editor de la sección de Política de La Nación.
El miércoles, el PUSC, el fabricismo y Restauración Nacional se aprestaban a dictaminar negativamente la iniciativa y diputados del PLN, con excepción de Yorleny León, se les podrían unir bajo el argumento de que la reforma carecía de viabilidad política; no se iban a comer el costo político de la iniciativa, junto al PAC, aunque el candidato verdiblanco, José María Figueres, pidió avanzar con esta iniciativa en diciembre.
Hasta ese nivel estaban los diputados dispuestos a llegar: a enterrar un plan vital para continuar con el equilibrio de las finanzas públicas y acceder al segundo desembolso del crédito del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Les bastó con que algunos sectores se opusieran, como era previsible que ocurriera. Tal es el caso del Colegio de Médicos, el cual llegó a alegar que sus agremiados podrían perder hasta la casa o el carro con la reforma.
La liberacionista Yorleny León les dijo que ellos se oponían a que pague más impuestos el que tiene más ingresos.
El plan de renta global equipararía el cobro del impuesto sobre la renta entre trabajadores independientes y asalariados, lo cual provocaría una considerable reducción para los primeros y un aumento para los segundos. Además, el proyecto obligaría a las personas con más de un ingreso a pagar el tributo sobre la totalidad de sus entradas, en vez de hacerlo por separado. Un ejemplo es, precisamente, un médico que trabaja para la CCSS y que, a la vez, tiene consultorio privado.
El miércoles, minutos antes de que empezara la sesión de la Comisión de Asuntos Hacendarios del Congreso, el presidente Carlos Alvarado desconvocó el plan de emergencia, para evitar su archivo. Este habría sido el segundo proyecto rechazado de la agenda del FMI; el primero fue el de reducción de exoneraciones fiscales.
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Por su parte, el ministro de Hacienda, Elian Villegas, afirmó que la mejoría en los resultados fiscales redujo la necesidad de ingresos del ajuste con el FMI de un 1,2% del PIB a un 0,7%, lo que da holgura para atenuar las reformas de impuestos. En dinero, la cifra bajó de ¢450.000 millones a ¢267.000 millones.
En renta global, por ejemplo, mencionó que se podría subir a ¢720.000 mensuales el umbral a partir del cual los trabajadores deben pagar impuesto de renta, en lugar de los ¢702.000 planteados hoy en el proyecto.
La jefa del PLN, María José Corrales, exigió al Gobierno liderar la negociación para atenuar las reformas y, por otra parte, condicionó el apoyo al impuesto a casas de lujo a que la tarifa sea progresiva, no plana. Es decir, que se cobre más a quienes tienen más, en vez de como está planteado hoy en el proyecto: una tarifa similar para todos, tanto para el dueño de una casa de ¢150 millones como para el propietario de una de ¢600 millones, por ejemplo.
El ministro de Hacienda, en tanto, reprochó al Banco Nacional haberse opuesto a aportar dinero para pagar la deuda pública, bajo el argumento de que ello limitaría los créditos para personas y pequeñas empresas, pero en diciembre compró parte de la cartera de crédito del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE).
El Gobierno anunció que presentará un nuevo proyecto sobre aporte de empresas públicas.
Más de un año después de firmado el acuerdo fiscal con el FMI, ningún proyecto ha sido aprobado en definitiva y con las elecciones en ciernes, difícilmente alguno avanzará. Seguimos jugando al filo de la navaja.